Se me clavó Abdala en la sangre cuando supe del 92,28%. Tenía un grito en el pecho que quería lanzar a todos. Era la alegría necesaria después de tantos días tristes persiguiéndose el uno al otro. La esperanza desafiaba a la COVID-19. Así debió haber sido en 1953, cuando el Moncada parecía inexpugnable, pero Cuba entera se estremeció.
Este pueblo va borrando imposibles en su andar. Sale al camino con la determinación bajo el brazo. Sin los miles de millones de los laboratorios Johnson & Johnson, ya tiene dos vacunas capaces de regalarnos los días de luz esperados. Eso hincha el orgullo y las ganas. La noticia da color al junio que se va y al julio mejor que llega.
¿Qué tal si le inyectamos ese júbilo a las calles y balcones, a las fábricas y talleres, a cada pedazo de la Artemisa de “hermosos y calientes corazones”, la que estuvo en el Granma, las lomas orientales, en Palacio y en la puerta del cuartel Goicuría?
La Artemisa de 2021 no tiene que ir al Moncada a dar la vida. Tiene su Moncada en salvar vidas, con la misma fe y organización de quienes planearon el asalto. Le espera su combate en el más sabio puñetazo a la COVID-19, en la disciplina, en el florecimiento de la ciudad principal y los 11 municipios: nos toca vestirla para festejar el 26.
Fue el Día de la Rebeldía Nacional el primer ensayo de Abdala y Soberana. Así que celebremos. Cada quien en su lugar hará la fiesta propia de brochas y machetes, de frases y banderas en paredes y puertas. Limpiar, recoger, pintar y engalanar también saben a luz. Y no hará falta una voz fuerte para que se escuche del primero al último grito. ¡Viva Artemisa! ¡Viva el 26! ¡Viva Cuba!