Severino Rosell González “Vero”
Tal vez usted desconozca la pasión por la fotografía de Severino Rosell González “Vero” o el hecho de que fuera el primer cubano en conocer al Che durante el exilio en Costa Rica, tras los sucesos del 26 de julio de 1953.
En 1955 trabajó junto al Guerrillero Heroico como fotorreportero en los segundos Juegos Centroamericanos celebrados en México, donde permaneció hasta decretarse la amnistía de los moncadistas y pudo regresar a la Patria.
Casi todo parece dicho sobre su vida e intensa actividad revolucionaria, que comenzó, como la de muchos otros jóvenes, en el barrio artemiseño La Matilde a finales de 1928.
El menor de cinco hermanos sintió predilección por la pintura y el deporte, en especial el beisbol, pero las dificultades económicas de la familia lo obligaron a incorporarse a los 14 años como aprendiz de dependiente en la tienda La Mina de Oro.
Realizó diversas labores, lo mismo comerciales que como estibador u obrero agrícola para contribuir al sustento del hogar, y en 1948 se incorporó al ala juvenil del Partido Ortodoxo.
Vero manifestó su repulsa al zarpazo político de Batista ejecutado el 10 de marzo de 1952. El firme rechazo a las injusticias del gobierno de turno le valió la confianza de otro artemiseño, Julio Díaz González, quien lo recluta para formar parte del Movimiento Revolucionario que comenzaba.
Fue designado jefe de célula y estuvo al frente de sus coterráneos Guillermo Granados, Mario Collazo, Marcos Martí, Félix Córdoba (Felo compañía), el gago y Eutimio (trabajador del almacén Carvajal).
Como miembro de la célula central, en diciembre de 1952 participa en una reunión convocada por Fidel en la Logia Evolución y se incorpora a la primera edición de la Marcha de las Antorchas en enero de 1953, como preludio de lo que sería el mayor acto de rebeldía de su vida.
Vero continuó la preparación armada en diversos escenarios hasta el día de su partida, el 24 de julio de 1953. Una vez en La Habana, junto a otros compañeros, se traslada hacia Santiago de Cuba en automóvil. Solo él y Pepe Suárez podrían narrar después los sucesos de la mañana de la Santa Ana.
Con 23 años participa en el mítico asalto al cuartel Moncada, la segunda mayor fortaleza militar de la seudorepública, acción de la cual salió con vida gracias a la intervención de Roberto Galán, quien lo salva del impacto de las balas.
Ocho de los veinte asaltantes reagrupados en la Granjita Siboney después del combate eran artemiseños, y entre ellos Severino Rosell. Acompañó al líder Fidel en su escalada a la Gran Piedra y fue socorrido por familias santiagueras, hasta que pudo regresar a La Habana el 30 de noviembre de 1953.
Logró salir hacia el exilio en Costa Rica, para luego llegar a México donde se reorganizaban las fuerzas progresistas que abogaban por la amnistía a los presos en la cárcel de Isla de Pinos.
De regreso a Cuba en 1955 trabaja en la organización del Movimiento 26 de julio en Sancti Spíritus. A su llegada a Artemisa cayó preso y desde entonces debió permanecer en la clandestinidad hasta el triunfo de enero de 1959.
Vero fundó las Milicias Nacionales Revolucionarias, participó en la Lucha Contra Bandidos en la Cordillera de los Órganos y permaneció en la retaguardia cuando Girón.
Fue Instructor Político en batallones de combate, Coordinador de los CDR en Artemisa, responsable de cuadros en el Partido, así como fundador y presidente de la columna # 17 integrada por Combatientes del Ejército Rebelde y la Lucha Clandestina en la Villa Roja.
Militante del Partido desde 1967 hasta su muerte el siete de junio del 2 000, fue delegado a su Primer Congreso en 1975 y al primero de los CDR. Mereció numerosas distinciones y medallas, entre ellas las correspondientes a XXX y XL Aniversario de las FAR.
Asimismo, participó en la creación de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en Artemisa, y en las conferencias constitutivas del municipio, la otrora provincia La Habana y nacional.
Sus restos descansan en el panteón exterior del Mausoleo a los Mártires de Artemisa, el mayor deseo de quienes distinguirán por siempre a la Villa Roja frente a los muros del Moncada y la estirpe rebelde de sus hijos. Varias instituciones llevan su nombre: la clínica estomatológica y la escuela de Superación Integral para Jóvenes de 17 a 29 años, entre otras.