La cabecera provincial padece frecuentes problemas con el abasto de agua. En el casco urbano es común escuchar quejas por falta del preciado líquido; hace apenas un mes, la comunidad Lavandero estuvo más de 30 días sin que una gota se asomara en los grifos.
Problemas eléctricos, la sequía de meses anteriores e inversiones pendientes resumen el misterio del agua que viene y va en Artemisa.
Unos 80 000 clientes se benefician de las 33 fuentes de abasto del municipio, siete de estas dedicadas al casco urbano y algunas con recurrentes fallas de funcionamiento, aunque la peor situación está en los asentamientos.
“Los pozos Waterloo 1 y 3 funcionan sin problemas. No obstante, cuando el 1 se detiene una hora, el pueblo se queda casi ocho horas sin agua”, explica Tomás Acosta Falgueiras, director municipal de Acueducto.
¿Problemas? “El pozo 2 de Waterloo está detenido porque se le borró la memoria de la computadora y hace más de diez días el motor de Los Mongolos está en el taller porque se trancó. En el reparto 13 de Marzo, hay lugares donde llega el agua y otros no.
“Además, los continuos problemas eléctricos relacionados con la variación de voltaje y las afectaciones programadas del sistema eléctrico han frenado el bombeo. Mientras, la fuente de abasto La Matilde figura como la única con grupo electrógeno funcionando, pues el resto carece del equipo”, agregó el directivo.
¿Qué sucede en los asentamientos?
Lambert y La Loma son los peores destinos del agua, esta última con solo tres horas de abasto al día, refiere Acosta Falgueiras. La otra región complicada es El Mirador, en el consejo popular Cayajabos, donde hace ocho años las tuberías están secas.
“Allí rebombean desde el pozo de Cayajabos; el agua no llega por un problema de fuerza. Decidimos poner tazones nuevos en la bomba; eso debe ayudar, aunque lo ideal sería darle uso al tanque bomba que hay en la comunidad y aunque se ha intentado mejorar la situación, aun es insuficiente.
“Son cinco las zonas a las que, como promedio, debemos abastecer con carros cisternas; Ojo de Agua, Barrancones y una parte del 13 de Marzo, de manera permanente. Igual sucede con El Mirador, pero allí algunos ganaderos nos ayudan llevando agua una que otra vez a los pobladores.
“A esos sitios, cada 15 o 20 días llevamos entre seis y diez pipas de agua de 7 500 litros cada una”, asegura.
Con la Tarea Ordenamiento subió el costo del servicio de agua, a razón de 7.00 pesos al mes por conviviente en el hogar. Ese costo fue calculado tras medir -por estándares internacionales- que cada cliente consuma entre 6 y 7.5 metros cúbicos en 30 días, como promedio.
Teniendo en cuenta lo anterior, es imposible que el servicio sea costeado por los 633 moradores de El Mirador. Si calculamos el consumo mínimo con la cantidad de pipas que llegan (dada la situación del combustible casi siempre son seis, según algunos vecinos), de los 6 000 litros concebidos mensualmente ellos solo reciben 71 por habitante, cada 15 o 20 días.
De igual modo sucede en el resto de las zonas afectadas. Súmele las siete áreas que reciben el recurso mediante convenios con campesinos, estos últimos más presionados ahora por el alto costo de la electricidad.
En esa situación está Yoandi Hevia, de la CCS Rigoberto Corcho, con cuya fuente de abasto se beneficiaban parte de las familias del poblado Maravilla Roja. “Ahora las tuberías están rotas y los vecinos afectados, pero cuando recibí la primera factura de la electricidad debía pagar casi 50 000 pesos, y eso va en contra de mis gastos productivos”.
Entre inversiones y nuevas metas
“Se han oprimido 211 salideros, 39 de alta categoría por encontrarse en redes hidráulicas principales. Quedan dos grandes (uno en calle 4 de La Matilde y el otro al costado de la escuela primaria Julio Antonio Mella), y esa resulta una de las tareas inmediatas”, indicó Acosta Falgueiras en el momento de la entrevista.
Se le adiciona el cambio de 12 válvulas en la ciudad, a las cuales el deterioro ya les impide funcionar, y cuatro en el consejo popular Lincoln. “Sin embargo, hasta hoy no tenemos soluciones en nuestras manos”.
Otra de las inversiones consiste en la ubicación de metros contadores en zonas como el reparto San Antonio y el conocido como “reparto militar”.
Liudmila Rodríguez, una de las beneficiadas, confiesa que anteriormente no tenía siquiera instalación hidráulica; debía cargarla. Con esta inversión de Acueducto, le llega el agua a la llave. “Y con el metro contador no gastamos tanto como imaginamos al inicio”.
No obstante, la empresa enfrenta otros problemas, como el hurto de los dispositivos y de sus accesorios, comenta el directivo municipal.
“Además, una inversión en Puerta de la Güira devolvió el agua a 100 casas y, detrás del reparto Pastorita, donde hacía 17 años que no había agua, durante el mes de junio fueron erradicados los problemas y se beneficiaron 117 residencias.
“La inversión desde Los Mongolos hasta el K-59, restaurará la red para los vecinos de calle 12 hasta calle 20, zonas donde hoy los problemas apremian soluciones definitivas”, dijo Acosta Falgueiras.
¿Luces? Vale la pena que haya alguna al final del túnel si eso implica que mermen los problemas de fuerza de bombas, de disponibilidad por días que pocas veces son los pactados, las inversiones se concreten y el agua en Artemisa no sea un líquido fantasma, menos en estos tiempos pandémicos.