No es paradójico encontrar vestigios de la majestuosa ciudad de antaño en cualquier barrio de Guanajay. Múltiples factores han condicionado que tristemente así sea: algunos por razones obvias o limitaciones, otros por el descuido que habita como alma sin consuelo.
Cada año un grupo de enamorados regresa para devolverle el cariño que el destino le arrebató. Además de reencuentro cultural, el Guanajayense Ausente es la posibilidad de volver a la esquina de la calle 66, entre 65 y 67, para cantar los Veinte años de Guillermina Aramburu y María Teresa Vera, frente al inmueble donde nació esta última, hoy casi en ruinas, como “un amor que se nos va”.
Modificaciones en la fachada, techo de teja francesa deteriorado y ausencia de columnas originales, fueron las consideraciones del joven arquitecto Javier Plascencia, tras una rápida apreciación.
De igual forma, destacó la trascendencia de elementos estéticos formales, así como históricos y culturales que se pierden a cada segundo, tanto que su actual propietario se vio obligado a abandonarla, pues su vida corría riesgo.
“Hace siete años compré la casa. Sabía que se trataba de una vivienda patrimonial con marcado valor para quienes nacieron en esta tierra. Por eso nunca encontré objeción a la hora de rendir homenaje a esta grande de la cultura cubana”, asegura Pedro Servando Olivera.

“La compré con la idea de reparar el techo, pero unos vecinos me recomendaron no hacer cambios en su estructura, más bien conservarla con madera, tejas y tablas. Realmente, eso es imposible, debido al costo. Tampoco encuentras los recursos en cualquier lugar.
“Desde 2017 comencé a tramitar la reparación del techo, donde está el daño más preocupante. Sin embargo, las propuestas solo se concibieron en el portal, amparadas por un subsidio cuyo monto monetario ascendía a 10 000 pesos. Incluso me sugieren asumir la construcción por esfuerzo propio y luego entregar la cuantía aprobada.
“Acudí a no pocas entrevistas con representantes de la Asamblea Municipal del Poder Popular, la dirección municipal de la Vivienda, Planificación Física y la Constructora. Mientras, se cayó la primera banda del techo, y pareció ser más rápido el proceso que, por si no bastara, tenía como requisito presentar cada año el expediente de solicitud con sus respectivos documentos.”
Según Olivera, para él nunca fue un problema asumir la reparación del techo con la ayuda de los organismos igualmente responsables. Pero considera ilógico pagar una cuantía considerable apenas por el portal, donde no podrá refugiarse de inclemencias meteorológicas o mantener la privacidad sin preocupaciones.
Su salud ya no es la de años atrás y los insuficientes esfuerzos le apagan las esperanzas. Él y sus familiares están de acuerdo en ceder la vivienda a cambio de otra, y entregarla a la cultura. Pese a comentarlo en diversos escenarios, tampoco parece ser una alternativa.
La investigación reveló que después del nacimiento de María Teresa Vera la edificación ha acogido innumerables familias. De ahí las transformaciones que llevaron a su actual estado. Ni la limpieza de sus alrededores aparenta ser frecuente, ni la idea de planificar un presupuesto para arreglar su estructura, siquiera por partes. ¿Qué más habrá de decir el tiempo?

Pequeñas contribuciones pudieran salvar este sitio, como recién hizo el promotor cultural Eusebio Sánchez Pedroso: con su modesto aporte, devolvió los colores a la tarja. Nadie le convocó, o sí: las raíces, la cultura, el sueño de volver a llenar de imágenes los alrededores… y mostrar por qué también le llaman a la ciudad la Atenas de Occidente.
“Alicia Pineda, representante del Guanajayense Ausente en La Habana, me pide que busquemos las vías para restituirle el esplendor a la cuna de María Teresa. No ha faltado el afán de los vecinos para recoger, organizar o limpiar, pero la solución no depende solo de nosotros”, asegura.
Edelmira Rodríguez (Nenita) anhela ver convertido el inmueble en un centro cultural dedicado a la trova y las descargas. “Poco a poco la hemos visto destruirse. No resulta conveniente para vivir una familia: pequeña, sin patio… Tanta es mi añoranza que hasta la he llevado a mis pinturas. ¿Cómo escuchar que se hable de María Teresa Vera, y ver su casita así? Eso no lleva tanto”, argumenta.
Lo cierto es que no debería ser Servando el más apremiado con la reparación del techo del inmueble. Ni han de pasar otros “Veinte años” frente a tanto desconsuelo, ni hemos de perder la esquina donde se escucharon los primeros llantos de la reconocida trovadora, ni es correcto demorar o pensar en exteriores cuando el dolor se expande hacia adentro.
Duele rememorar que justo allí aprendió de su madre Rita, una esclava en libertad que no alcanzó a casarse. Creció cantando cerca del piano de Joaquín, y a los cinco años partió con su familia hacia La Habana; dejó atrás este pedazo de alma que representa el pasado… con el que jamás nos podremos conformar.
Es un abandono del gobierno y la cultura a una emblematica señora de la cultura cubana como lo fue María Teresa vera
Conocemos todo tipo de limitaciones pero, considero nexesario un esfuerzo sobre humano, para que las huellas de los representantes más autenticos de nuestra culturan no sean borradas.
Gracias Alejandro por el escrito.
De la cultura de Guanajay cada día se pierde más y más… bien triste, la verdad 😔
Que bien, un joven y futuro periodista involucrado en salvar nuestro patrimonio cultural. FELICIDADES y ojalá alguien de la cultura nacional lea este escrito y se interese porque el municipio y la provincia no tienen recursos ni los gestionan y María Teresa Vera se lo merece al igual que nuestro pueblo, porque Veinte Años ha recorrido el mundo en las veces de grandes intérpretes . Saludos
Muy bueno tu artículo. La solución está en las manos de los propios guanajayenses. La vivienda ha perdido todo su valor arquitectónico, las alteraciones y variaciones de los códigos son evidentes, eso sí, tiene un gran valor cultural e histórico. Es una vivienda medianera y la solución de la cubierta incide en la vivienda que continúa, pero es factible de recuperar. La administración municipal puede asumir su reparación, como vivienda particular, son muchos los inmuebles dónde han nacido personalidades y siguen siendo habitadas, o convertirla en Casa museo, pues por sus dimensiones,carácteristicas y lugar donde se ubica, no puede ser un centro cultural para trocas y descargas, para convertirla en casa museo, tendría que el CAM, hacer un cambio con el propietario. De esta forma cultura puede poner el inmueble en el plan de preparación de obras y hacer el Proyecto de la casa museo, el cual puede ser resultado de un concurso, cada año el presupuesto para este plan no se consume pues no se presentan obras y luego ponerlas en el plan de inversiones con un respaldo material y financiero, con un constructor que puede ser hasta una CNA o TCP. Hace falta que se elabore por Cultura junto al CUM un Proyecto de Desarrollo Local que incluya este y otros inmuebles culturales, así como el patrimonio intangible de Guanajay y los potencie para buscar su recuperación en aras de tener un producto cultural de excelencia para los guanajayenses y la provincia de ARTEMISA. Ya Guanajay tiene un PDL apoyado por el CUM en la Finca Primero de enero, que es un ejemplo de cuando se trabaja en colectivo el resultado es positivo. Quien se motive a hacer un proyecto de desarrollo local que ponga en alto la cultura de Guanajay, tiene el apoyo del Grupo Provincial de Desarrollo.