Conocí a Diadenys Corveas en Caimito hace ya varios años, aunque sigue siendo una mujer muy joven. Era asidua de los talleres literarios, donde “inventaba” cuentos para niños; de haber persistido en esta vertiente creativa, tendría varios títulos publicados, por su talento y sensibilidad.
Pero la fotografía llegó para cautivarla y con notable experiencia sobre sus hombros —especialmente sobre su vista—, se desvela por imprimirle a este arte un sello de identidad propia, que está logrando de manera muy notable.
Recientemente, los administradores del Grupo Nikon en España reconocieron dos hermosas obras con niños realizadas por Diadenys, y Universal Color Awards también galardonó una de sus imágenes. Nadie pasa indiferente ante sus creaciones.

Bien en serio se ha tomado el oficio Diadenys Corveas; mientras cursa un postgrado de fotografía en Lisboa, decidió gustosamente responder al periódico el artemiseño.
¿Por qué le concedes tanta importancia a los niños y los animales en tu obra?
Por su naturalidad. Al igual que los animales, los niños no fingen ni posan. Si un niño me sonríe, es de verdad. Si un animalito simpatiza o no conmigo, es sinceramente.
Es un universo de espontaneidad y fantasía a la vez, por eso lo amo. Y una sesión de fotos es como ir a jugar. Quizás sea porque soy una niña todavía.
¿Trabajas poco la temática social o se desconoce esa parte de tu obra?
Cuando comencé a hacer fotografía, me iba por las mañanas con mi padre a la calle, cada uno con su cámara, y hacíamos fotos de la vida diaria que nos encontrábamos en el camino: rostros, personas, situaciones… Eso me ayudó mucho a practicar, pero como un ejercicio, no como mi obra personal.
Veo imágenes en tus obras de una belleza impresionante. Parecen salidas de una película de alta tecnología, y me dices que fueron tomadas al fondo de tu edificio.

¿Decide más la calidad de la cámara o la imaginación del artista?
La calidad de la cámara no es decisiva, pero ayuda mucho. La creatividad del artista sí lo es, definitivamente.
¿Has vuelto a escribir literatura?
Sí, siempre escribo. No he vuelto a publicar, pero tengo muchos cuentos cortos en mis carpetas.
En el mundo de hoy abundan los “fotógrafos”. Las redes están llenas de sus obras. ¿Cómo lograr un sello propio como artista del lente, en medio de tan grande reto?
Cuando se escucha uno mismo y se elige lo que proporciona satisfacción. Yo hice fotografía social, de quinceañeras, de bodas…, pero me sentía mejor cuando trabajaba con niños y animales; me sentía más realizada jugando con ellos.
Era lo que más disfrutaba y comencé a respetármelo. Cada persona tiene una voz interior, una esencia, y hay que escucharla. Esa voz te dice quién eres realmente, y se refleja en tu obra, tal vez sin que seas consciente de eso.
Para el gran Vittorio Storaro “la fotografía es la literatura de la luz”. ¿Qué es para ti?
La fotografía es mi nuevo pincel. Yo siento que pinto. Busco aprovechar el Sol a mi favor, creo una atmósfera, elijo paletas de colores… Es como pintar, realmente.