Vocalizar debe ser su verbo predilecto. Eugenia Elisa Gutiérrez Nardo ha dedicado 57 años a los acordes, las melodías y los ritmos. Enseñar a cientos de niños, jóvenes y abuelos la magia que depara la música se convirtió en su pasión, tanto que en 2021 le fue otorgado el Premio Nacional Olga Alonso en el apartado de Música.
El milagro de la Revolución la hizo Instructora de Arte en 1964. Desde entonces, Guanajay le regaló sus primeros alumnos; dos años más tarde, quedó prendada para siempre de sus pupilos en el municipio Artemisa.
“El grupo coral Voces del Futuro resulta mi más longevo proyecto. He tenido pioneros allí que hoy son médicos, ingenieros, maestros… Me ha regalado muchas satisfacciones y más de siete primeros premios en años consecutivos, en el festival de valores Cuba, qué linda es Cuba.
“Además, está Alegrías de Vivir, diseñado para personas de la tercera edad. Igualmente comenzó siendo pequeño y, de a poquitos, se ha transformado en un proyecto que da la bienvenida a todas las manifestaciones artísticas”.
Allí los abuelos son libres de cantar, bailar, pintar e incluso irse de excursión a La Habana o Las Terrazas, y participar como invitados en espectáculos en estos lares.
Elisa también imparte clases de solfeo, canto y guitarra. “Eso me da la vida: cuando alguien llega a la Casa de Cultura Delfín Fleitas y me cuenta la ilusión que le hace cantar o aprender un instrumento, siento que comienza un nuevo reto”, revela.
Por eso, recibir el Olga Alonso (que otorgan el Ministerio de Cultura y el Consejo Nacional de Casas de Cultura) la ha llenado de energía. “Cuando supe que estaba nominada me impresioné mucho. Una se ha pasado la vida impartiendo clases, pero no espera este tipo de reconocimientos.
“Al obtenerlo, por supuesto que unas lágrimas se asomaron. Constituye un compromiso superior. Es como revivir las ganas de nunca dejar de trabajar”. La alegría se le nota en la voz como a una niña pequeña que comienza a jugar.
Eugenia Elisa Gutiérrez Nardo lleva toda la vida afinando acordes y cantando. Le debe más de mil alegrías a la música; ahora, casi cuando la marcha se detenía, un nuevo impulso le indica el lugar preciso: llevando las riendas del coro y la clave, frente a nuevos y viejos alumnos.