Los cubanos no asimilamos más tiempo fuera de nuestras rutinas, alejados de familiares, lugares… de la vida misma. Convivir con la COVID-19 nos dejará secuelas por un largo período, pero, al menos con las noticias de los últimos días, una esperanza anuncia otro rumbo hacia la estabilidad epidemiológica.
Aun sin ser un hecho lo sentimos real, pues no poco arrojo ha entregado la ciencia cubana en los últimos meses. Que esta nación amada tenga la primera vacuna latinoamericana en avanzar a fase III, que en mayo 1.7 millones de cubanos reciban la dosis de Soberana o que antes de culminar 2021 toda su población esté inmunizada, ratifica cómo vencemos la tempestad.
Un amplio despliegue investigativo y científico es titular en medios nacionales e internacionales desde semanas atrás. Los ensayos clínicos por fases de los candidatos vacunales Soberana 01, Soberana 02, Soberana Plus, Abdala y Mambisa, comienzan a mostrar su eficacia en diversas etapas de la enfermedad, y estar más cerca de poner el hombro para el pinchazo de supervivencia parece ser la recompensa después de tanto fastidio.
Lo que quizás pocos artemiseños conocen es la participación de algunos de los nuestros en las pruebas finales. El guanajayen se Reinier Cruz Marino, de 37 años de edad, recibió la primera dosis del inmunizador en el estudio clínico que se realiza en la capital cubana.
“Soy graduado de Laboratorio clínico. Trabajo en el Instituto Nacional de Medicina Deportiva, y atiendo el canal de remo ubicado en Caimito. La doctora Rita María Martínez me convocó el día antes de la vacunación: fue grande la sorpresa; no sabía que me habían seleccionado.
“En el propio instituto acondicionaron algunos locales, nos tomaron la temperatura y —de acuerdo con las medidas orientadas para la prevención del virus— nos explicaron cómo sería el procedimiento, las ventajas para el país y la población. Después le siguió un proceso de documentación personal y la firma del consentimiento.
“La atención médica es constante: chequeos, historias clínicas y momentos de tensión. Soy hipertenso y diabético: en una ocasión tuve alta la presión, pero los protocolos estaban establecidos; de inmediato la controlaron… y entonces recibí la primera dosis de Soberana 02.
“Eso incluye una hora de observación para documentar algún efecto adverso. Te puedo asegurar que se notaba mucha preocupación del personal. No dejé de estar nervioso ni un segundo; es una experiencia nueva para todos, más para quienes damos el paso al frente.
“Concluido el tiempo previsto, supe que andábamos bien. Los pensamientos iniciales de incertidumbre se tornaron en felicidad; sentí protección total. ¡Mayor fue la alegría cuando nos explicaron que en 28 días nos ponen la segunda, y terminamos el estudio con Soberana Plus, para reforzar!”
Determinar la aparición de la infección por el virus, o el desarrollo de la enfermedad en sujetos vacunados, son propósitos de este estudio en el que participa Reinier.
Identificado por una tarjeta de vacunación, transita por diferentes momentos; de ser contacto o positivo a la COVID-19, ya conoce cuáles serían los procederes en un hospital especializado para la atención a voluntarios. A su optimismo suma el orgullo de formar parte de la batalla más importante del presente.
Después que el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (CECMED) aprobara el ensayo clínico, Cuba comenzó a sentirse más viva… y con ella estos valientes, dispuestos a probar la eficacia de la dosis que salvará a los nuestros, y a quienes en el mundo confían en este país tan humanitario.
Magnífico trabajo y muy buena información confiamos que con el apoyo de los voluntarios y la eficacia de nuestras vacunas saldremos victoriosos.
Si por Cuba