La reciente toma del poder de Joe Biden significó el fin de la era Trump; pero también nos demostró cómo la comunicación en redes sociales difiere de todo cuanto conocemos. Piense por un momento cuál fue la noticia con mayor repercusión de ese día. Si no lo sabe se lo digo.
Los memes de Bernie Sanders, senador por Vermont, le han dado la vuelta al mundo. Ese señor mayor en su silla, con las manoplas confeccionadas por uno de sus votantes, fue tendencia durante el final de enero.
En los sitios menos imaginados lo colocaron: obras de arte, plazas famosas, con Pánfilo, en la casa de miles de usuarios.
Los memes tienen vida propia, es un lenguaje válido. Enlazan el humor con la vida cotidiana, con una dosis de frescura que todos agradecemos. Estudiosos del tema aseveran que surgieron en el año 1998 y han ido evolucionando hasta los que conocemos hoy.
Aunque ahora está muy de moda la palabra se definió antes que las redes sociales y el mundo digital. Fue utilizada por primera vez por Richard Dawkins en el libro El gen egoísta, quien la delimitó como la unidad básica de transmisión de cultura.
En la actualidad se le asocia a contenidos de rápida difusión que pueden aparecer en los más disímiles formatos, desde videos a textos; casi siempre vienen con un tono sarcástico y una buena cantidad de humor.
Entre los más conocidos están el mono de ikea, success kid, la Chica Desastre, Unimpres- sed Chloe, entre tantos otros. Si te embullas a realizarlos puedes utilizar las aplicaciones: memegenerator o giphy, a lo mejor tu creación termine siendo viral.
