Preservar en Cuba el genofondo de la raza criolla o de capa negra porcina es el alto compromiso que acompaña cada minuto a los trabajadores de la Unidad Genética San Pedro, mientras atienden a un rebaño en crecimiento exponencial en medio de un proceso inversionista que permitirá ampliar sus capacidades hasta las 500 reproductoras.
Razones para este crecimiento sobran. El cerdo criollo ha demostrado capacidades adaptativas, mayor resistencia a los cambios y sus requerimientos alimentarios son menores y dependen muy poco de la importación, lo cual necesita el país en estos tiempos.
¡Y qué decir del sabor de su carne! Incomparable con los de otras razas por su alto contenido en grasas, el cerdo criollo no tiene par en la cocina y distingue por su fuerte aroma.
Por eso es cada vez mayor la demanda de este centro, único de su tipo en Cuba. Las hembras que allí se comercializan tienen un alto potencial genético que se expresa aun cruzadas con el macho duroc de capa blanca, preferido por su alto contenido en carne, pero con requerimientos alimenticios mayores, de ahí que se emplee el cruzamiento en busca de ejemplares más adaptables al medio y con menos demandas nutricionales de productos que Cuba debe necesariamente importar.
Juan Carlos Hernández Trujillo, director de la entidad ubicada en la carretera que une los municipios de Artemisa y Guanajay, explica que, como promedio, cada madre al año da a luz unas 15 crías; 6 por lo regular llegan a convertirse en reproductoras.
Quienes quedan en el camino, machos o hembras con bajo potencial genético son para la alimentación del pueblo.
Pero el propósito aquí es llevar a la mayor cantidad de hembras hasta la condición de reproductoras, de ahí el empeño en mejorar cada vez más las condiciones de cría de los animales, pues solo con la integración armoniosa entre los genes y el medio se expresa mejor el potencial genético, explica.
Añade que el trabajo de selección es bien riguroso. “Comparamos a todos los animales que nacen la misma semana en cuanto a tamaño, ganancia de peso, y seleccionamos los mejores. Aquí dejamos un 20% que son la élite; el resto va a centros multiplicadores de todo el país”.
Durante 114 días de gestación y seis meses de crianza se les da atención esmerada.
Desde finales del pasado año han debido redoblar esfuerzos, pues de atender normalmente a un rebaño de 100 pasaron a 325; En este primer trimestre del año ya tienen 400 y deben llegar a 500 para mediados de año, un reto que lejos de amilanarlos, les hace volar más alto.
Sí, porque piensan crecer y diversificarse, con seis casas de cultivo y un centro de elaboración que permita aprovechar el macho excedente, pues hoy los subproductos del cerdo multiplicarían los ingresos, a la par de generar fuerte de empleo para un grupo de trabajadores consagrados a esta entidad pero que han envejecido y ya no son capaces de realizar los trabajos más fuertes.
Y es que el hombre también es importante en este centro, de ahí que se busquen mejores condiciones de trabajo en un centro donde los trabajadores pasan mucho tiempo a cargo de cuanta labor sea precisa, porque los animales no entienden de horas, días feriados o fines de semana, tal como sentencia Taimaily Saínz Acosta, una joven que se desempeña con mucha destreza en el cargo de jefa de producción.
Allí hay que hacerlo todo a su tiempo, para obtener los mejores resultados y llegar a esa meta de las 3 000 futuras madres a la que aspiran a llegar en este año, cuando finalmente tengan un rebaño de 500.
Un monto inicial para inversión de cinco millones de pesos augura un futuro promisorio, no obstante, las labores constructivas no marchan al ritmo deseado ni se corresponden con el crecimiento en número de animales.
La vieja infraestructura diseñada para 100 reproductoras sostiene hoy a 400 y falta mucho para que se terminen las tres naves confortables que incluye la inversión, pensadas para resistir las inclemencias del tiempo.
Paso a paso, sin detener su andar, los 43 trabajadores de esta unidad escriben a diario páginas de sacrificio y entrega, con el sueño de que en Cuba las zonas rurales sobre todo, vuelvan a poblarse de estos cerdos criollos, herencia de nuestros abuelos y con alto contenido en grasa y carne. Son estas acciones las que nos harán lograr la tan ansiada soberanía alimentaria que demanda una Cuba bloqueada y con escasos recursos financieros.