No nació en Artemisa. Alberto López Mesa es guanabacoense de origen, pero sus convicciones llevan el nombre de Cuba, la Cuba libre y soberana de un pasado desgarrador al que nunca debemos volver. Encarna el goce de una generación dispuesta a entregar hasta el último aliento por cuanto somos hoy.
Es el hombre fiel que insiste en mantener viva la historia, como llama refulgente del futuro.“Vivíamos en un solar. Con lo que ganaba mi padre no podía mantener un alquiler, y por ser masón lo acusaban constantemente de comunista. Él andaba con Evaristo Baranda y Aracelio Iglesias, y decía que era necesaria una lucha por mejorar los derechos de la clase obrera.
“Como era de esperar, a mi padre lo despidieron y decidió establecer un negocio en una imprenta, a donde más tarde nos fuimos a vivir. No dejábamos de comer, pero había mucha pobreza antes del triunfo de la Revolución.
“Íbamos a escuelas públicas, y la situación era exactamente como la narran los libros que hoy entregan a nuestros niños en sus aulas. Fue una etapa convulsa. Teníamos que acabar con los males impuestos por la dictadura de Batista.
“Después de enero de 1959, integré las Patrullas Juveniles. Más tarde pasé a los Jóvenes Rebeldes y posteriormente a las Milicias. En 1965 se hizo un llamado especial a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y me incorporé debido a las enseñanzas de mi familia en mis primeros años: estaba convencido de lo que hacía; no fue una obligación sino, un deber que quizás ahora muy pocos comprendan.
“A Fidel siempre lo recuerdo. Un día estaba en la Calle Cuba y el Comandante venía con su chofer.Había mucho público en trámites de automovilismo. No sé cómo pude: me metí por la ventanilla y lo abracé.
“Luego tuve otra oportunidad en el estadio del Cerro, y le estreché la mano. Estaba saludando a una leyenda humana, el creador de La Historia me absolverá, el hombre que transformó para bien la realidad de los cubanos, un revolucionario bravo y me atrevo a decir… profeta de todos los tiempos.
“Conozco una leyenda muy interesante sobre lo que escribió un maestro de Fidel en su expediente, cuando concluyó su etapa como estudiante de Derecho.En el documento decía: ‘no dudo que será una gran figura de Cuba’, y así fue.” Alberto atesora en su lucidez las memorias de años estremecedores de nuestra nación.
Alberto López compara con ejemplos contundentes las diferencias entre gobiernos proimperialistas y revolucionarios, insiste en innumerables injusticias que provocaron dolor a todo un pueblo, y reconoce que la Cuba de ahora requiere cambios, sin olvidar cada minuto de fervor y entrega.
“Hoy la lucha es ideológica. No cesan los intereses de un imperialismo que quiere crear crisis para que los cubanos transiten hacia otro rumbo. Quizás no saben, o no recuerdan que Fidel es nuestro eterno Comandante en Jefe, y precisamente nuestra historia nos compromete a mantenernos en la primera línea de fuego, demostrando cuán rebeldes somos si alguien intenta desafiar nuestras convicciones.”