Escuchar en el estadio la estrepitosa caída de una torre de hormigón sobre su cabeza, casi le paraliza. Pero Geminiano López Mieres, director en funciones del Estadio 26 de Julio, pudo sobreponerse al miedo y llamar a las autoridades del Consejo de Defensa en el municipio Artemisa.
De guardia en la instalación deportiva, descansaba justo debajo de las gradas detrás de tercera base, sobre las cuales cayó una de las torres de más reciente construcción. “El preparador físico y yo pensamos que las gradas se desbarataban; no queríamos salir por temor a lo ocurrido”.
Sobre las 11:00 de la noche se asomó al pasillo y vio desprenderse una de las traviesas. Minutos después se zafó la otra, hasta que la fuerza del viento dominó por completo a esa gigante de más de 30 metros de altura.
A los pocos minutos estaban allí las autoridades de la localidad. No hubo descanso aquella madrugada, al día siguiente tampoco.
Los trabajadores limpiaban las áreas e interiores del estadio, mientras un equipo del Ministerio de la Construcción asumía la recogida de escombros. Mariano Planos Palacios, al frente de 14 hombres, asegura que, con un equipo de oxicorte y una grúa, en dos semanas está despejado el 26 de Julio.
En su tránsito por la avenida 41, muchos voltean la mirada hacia la soberbia demostración de la naturaleza, pues Laura, en categoría de tormenta tropical, supo doblegar como un huracán y multiplicar su fuerza.
¿Qué pasó esa noche? Nadie puede precisarlo. Desde la ciencia llegan consideraciones de Jorge Félix Hernández, especialista principal del grupo de pronósticos de Artemisa, quien supone posible la ocurrencia de algunos de los efectos del viento: de barrera, esquina, vénturi o pilote, pues no existen estaciones meteorológicas en la zona.
“Las convencionales en Bauta, Bahía Honda y Güira de Melena, además de la automática en Mariel, reportaron vientos máximos sostenidos entre 65 y 80 kilómetros por hora, en tanto estas últimas detectaron una racha máxima de 99”.
En las ciudades, las edificaciones y su altura suelen modificar el flujo y la potencia del viento. Según estimados del experto, pudo darse el efecto vénturi, causante de la aceleración por la reducción del espacio entre dos edificios, o el de pilote, al rodear un obstáculo y salir en forma de chorro, a mayor velocidad.
“Cuando esto ocurre, la velocidad máxima del viento sostenido experimenta un incremento adimensional de 1,65 veces. Si calculamos una media de 80 kilómetros por hora, y multiplicamos ambos valores, aumenta a ¡132! kilómetros por hora”, ilustra.
Unas 20 lámparas LED quedaron destrozadas con la caída de la torre del estadio. De acuerdo con el director, solo se retiran ante un huracán. Las demás permanecen en su lugar, pero sufrieron la furia femenina varias gigantografías de nuestros atletas.
“En las gradas recuperamos dos bocinas; sin embargo, debemos esperar por el levantamiento de los restos”.
Lo sucedido no impidió el comienzo de los entrenamientos de los Cazadores de cara al inicio de la Serie Nacional número 60, prevista para el 12 de septiembre. Los atletas viajarán hacia Oriente, donde jugarán los primeros encuentros, y el certamen regresará a la Villa Roja el 26 de septiembre.
Nada permanece a salvo frente a los embates de un fenómeno natural, nos dice a gritos cada instantánea en redes sociales o desde cualquier teléfono móvil. Árboles centenarios y estructuras aparentemente sólidas pueden colapsar en estas circunstancias, y lo han hecho hasta las casas de placa.
De los vestigios de la indeseable inquilina, Artemisa lamenta dos derrumbes totales de vivienda y varios totales y parciales de techo en cubiertas ligeras. Asimismo, sufrió estragos el conducto de los sistemas de climatización del cine-teatro Juárez, cuyo costo económico aún se cuantifica, señaló Juan Permuy Felipe, vicepresidente del Consejo de Defensa Municipal.
Más de 2000 metros cúbicos de desechos se habían recogido hasta el jueves, mientras el 85% de la población disfrutaba de la energía eléctrica. La falta del fluido dañó el motor del pozo 1 en Waterloo, en tanto se empeñan en devolver sus funciones a la fuente de abasto Los Mongolos.
En cuanto al estadio, esperemos que dentro de pocas semanas se pueda jugar de día… y de noche. Laura deja un mal recuerdo deportivo, pese a ser excelente velocista y pasar a toda carrera por nuestra geografía. Su premura respetó la vida, lo cual nos satisface.
Cayó una torre, pero el béisbol, nuestro rey, prosigue su andar. Ya lucirán nuevas torres y fotografías. Ya brillarán nuevos destellos cerca de la diosa de arco y flecha.