Última página de mi primer diario. Estas fueron las vacaciones más raras de mi vida. Un virus nos sacó a todos de la escuela y nos sentó a recibir lecciones frente al televisor de la casa. Pero cuando terminaron las teleclases para descansar y jugar, en julio y agosto, entonces tuvimos que dedicarnos a armar el Álbum de la Patria. Y ahora vamos a tener algo que no ha tenido nadie nunca antes. En un mismo curso veremos dos primero de septiembre, porque comenzamos el 1 de septiembre de 2019 y reiniciamos el 1 de septiembre de 2020.
Además, en el mismo año tendremos dos inicios de curso ¡en solo tres meses!: este y luego el 2 de noviembre. Imagino que seremos millones de alumnos únicos en la historia de la humanidad.
La culpa es del nuevo coronavirus, ese que dibujan verde y con pinchitos pero de guanábana no tiene nada. Por su causa varios de mis amiguitos estuvieron enfermos muchos días; se salvaron debido a la medicina cubana, según me contó mamá. A los viejitos no les va tan bien, ni a los que viven en países donde cada cual tiene que arreglárselas como pueda, porque al Estado no le importa, según me contó papá.
Yo quiero pensar que pronto el mundo se va a librar de esta pandemia. El Doctor Durán dice que no hay cura todavía, pero al menos ya está casi lista la vacuna. La de nuestro país se llama Soberana. Mira qué casualidad; rima con cubana. También por eso vuelvo a las clases, para aprender ciencias y salvar vidas.
Supongo que una escuela es un edificio de un montón de paredes y un mañana dentro. Allí están las aulas y dos salones muy importantes: el laboratorio de computación, con su pasaje al futuro… y la biblioteca, con miles de secretos del pasado y el presente, a disposición de todos.

¡Ojalá los niños de Brasil, Perú, Colombia, México y el planeta entero puedan volver a aprender con sus maestros, en escuelas seguras como la mía, con la distancia adecuada entre cada alumno, lavamanos, agua y solución clorada para para mantener la higiene, y usando nasobucos!
Después de varios meses en la casa, regreso a donde están juntos, como siempre deben estar, mi Martí y mi bandera. Esta vez no estreno libretas ni libros, mochila ni uniforme; al contrario, unas se llenaron de clases copiadas por televisión, mientras la saya se repletó de mí y casi no me sirve. De todos modos, igual luce como un primer día.
Ah, sí, en estas extrañas vacaciones estrené un diario. Llegué a la última página en el momento exacto. Ya no le voy a contar más de mis días de juegos sin salir a la calle, del fútbol en el portal y en una caja con clavos y una peseta, de las pizzas que encargamos para no salir a buscarlas, de mi hermano ya con bigote, de mamá ayudándome a buscar ilustraciones para el Álbum de la Patria.
Voy a cerrarlo para dedicarme a las libretas otra vez. ¡Adiós, agosto! ¡Hasta pronto, vacaciones! ¡Bienvenido mi segundo primero de septiembre!

Buenísimo trabajo. Me encanta! Y ese título, fue lo máximo.
Felicidades.