Pocos creyeron en Jesús Herrera Jaime dentro del equipo nacional de voleibol. Demasiado tiempo en el banco, escasos minutos de juego, hacen que cualquiera se pregunte: ¿tendré condiciones para esto? Supongo que esa duda haya rondado en muchas oportunidades la mente de este artemiseño, mas él supo prepararse para el momento en el que la suerte, tocara a su puerta.
Una combinación de genes, talento, y pasión le han acompañado en sus 25 años. Primero Yanuarya, su hermana mayor, llegó al elenco femenino del país cuando él tenía tan solo 12, y siempre que iba a verla entrenar, el chico observaba también a Roberlandy Simón, Osmany Juantonrena, entre otros puntales del vóley en aquella época.
“Desde entonces supe que quería jugar”, comentó a el artemiseño horas antes de partir hacia Francia, contratado por el club Chaumont 52, junto a sus coterráneos Roamy Alonso Arce, y Osniel Melgarejo Hernández.
En medio de tantas ganas de aprender, llegó el profesor Humberto Gutiérrez Camacho, quien entrenaba a niños y jóvenes de Las Cañas, interesados en el deporte de la malla alta. “Después me llamaron a Artemisa, y competí en el equipo pioneril de La Habana. Ya en séptimo grado entré a la Eide Antonio Maceo”.
Todo parecía en ascenso al matricular luego en la Mártires de Barbados en La Habana, sin embargo, ocurrió lo inesperado: “no me subieron al equipo nacional”.
Para Herrera sobrevino la decepción, y un “tiempo técnico” de tres años. Un buen día recibe la invitación a jugar con Sancti Spíritus la primera categoría. Dos años consecutivos como mejor opuesto lo catapultan a la selección nacional.
Su primera incursión fuera del país -en 2018- le valió medalla de bronce en el circuito NORCECA. De ahí viajó al mundial en Bulgaria, donde avanzaron hasta la fase de grupos.
Tiempo después, sonó el teléfono. Melgarejo había gestionado un contrato en la Liga Argentina, y allí se fueron ambos, primero al Obras San Juan y luego al poderoso Bolívar. Del “Obras” conserva los mejores recuerdos, pues son “una familia unida”. “Al principio estábamos en el quinto lugar, y junto a Melgarejo fortalecimos la potencia y efectividad del conjunto, hasta revivirlos”. Tanto así que conquistaron el título de la Copa ACLAV por primera vez, luego de vencer 3-1 al Ciudad Vóley.
En la nómina del Bolívar igualmente hizo historia, al ganar el Rus de Oro en condición de mejor opuesto y mejor sacador del torneo, con resultados muy conocidos entre la afición.
Ahora en Francia, “la mayor expectativa es coronarme en mi especialidad, ser campeón, y entregarme al máximo, como siempre. Sé que el Chaumont 52 está entre el cuarto o quinto puesto en la Liga, y queremos mejorar eso”.
Para Jesús Herrera el voleibol de hoy, a nivel de naciones, está lleno de conjuntos con mucha calidad, aunque para él los más complicados resultan Rusia, Polonia, Estados Unidos, Turquía, Eslovenia, y Canadá, frente al cual perdieron en enero la clasificación olímpica, si bien aún no topa con grandes de la talla de Serbia, Italia y Alemania. Amante de la rivalidad, aspira a medirse a su ídolo, el alemán Georg Grozer.
Sobre el elenco cubano, piensa que “necesita tiempo para trabajar en conjunto, aprender unos de otros y lograr estabilidad. Tenemos a algunos de los mejores desportistas dispersos por el planeta”.
De Roberlandy Simón, uno de los reincorporados, “aprendimos la perseverancia de luchar por el éxito, aunque todo parezca perdido. A borrar la frustración, a confiar en nuestra fuerza”.
Orgulloso de ser el primer artemiseño en ligas de voleibol extranjeras y de los logros alcanzados en ellas, el gigante de 1.94 no ha perdido tiempo durante la COVID-19, se ha mantenido entre planchas, barras, y carreras para mantener la forma. Sueña con un mejor destino dentro del voleibol, con ganar fogueo sobre las canchas del mundo, con empinarse más hasta destrozar la mala suerte, la falta de infraestructura; y la desconfianza, con uno de sus potentes ataques.