David enfrenta a Goliat no una vez, sino a diario. Las zancadillas que le pone el Gobierno de Estados Unidos al deporte cubano hacen más difícil obtener cualquier éxito. Y con Donald Trump en la presidencia, el Bloqueo se ha vuelto diez veces más feroz.
Claro que el éxito deportivo de un país no lo garantizan solo el desarrollo económico y los recursos asignados a la alta competencia, ni siquiera la cantidad de habitantes. De ser así, Cuba no hubiera alcanzado el quinto lugar en los Juegos Olímpicos de Barcelona’92, por delante de numerosas naciones industrializadas.
Depende del uso eficiente de cuanto se destine al deporte, de la cantidad de recursos humanos calificados a su servicio, de la cultura, los indicadores de bienestar social y la conformación de un sistema deportivo de élite.
Pero formar y preparar atletas con posibilidades de obtener medallas implica altos costos, desde una alimentación especial hasta modernos implementos y viajes al exterior, para entrenar e intervenir en competencias preparatorias, a fin de adquirir roce internacional.
Cuando los deportistas de la tierra de Javier Sotomayor, Félix Savón y Driulis González dejan la piel sobre pistas, cuadriláteros y tatamis, la Casa Blanca pone zancadillas a cualquier gestión o esfuerzo del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder) en su favor.
Según el sitio digital Jit, para que nuestros remeros asistieran a un evento crucial en Estados Unidos, hubo que gestionar las visas en México, con un sobregasto de 10 000 dólares.
Raúl Fornés, vicepresidente primero del Inder, afirmó que solo en 2018 el bloqueo norteamericano obligó a desembolsar más de cuatro millones 600 000 dólares adicionales, para adquirir recursos necesarios al deporte.
Persiste la prohibición de acceder directamente a marcas estadounidenses como Louisville, Wilson, Xbat, Rawlings y Easton, cuyos artículos son de uso obligatorio según establecen varias federaciones internacionales. Las ofertas en terceros países los encarecen hasta un 50%.
Tanto es así que las guantillas Rawlings y los bates Marucci, para la Serie Nacional de Béisbol, se adquirieron a un sobreprecio de 5 293 y 5 448 dólares, respectivamente.
Además, la Asociación de Fútbol de Cuba no ha conseguido ingresar 910 401 dólares, asignados por la Confederación de Norte, Centroamérica y el Caribe (Concacaf). Tampoco Cubadeportes S. A. ha podido cobrar 800 000 por servicios de asistencia técnica y comercialización de actividades, a causa del cierre o inexistencia de vías bancarias para transferencias desde varios países.
Abundan los ejemplos de las zancadillas que hemos debido sortear para, aun así, seguir aspirando a nuevas glorias, como un cuarto oro olímpico al cuello de Mijaín López y la segunda dorada de la candelariense Idalys Ortiz.