Rendir tributo a los grandes hombres se convierte en un acto de sublime generosidad. Cuando un ser como Eusebio Leal vuela tan alto, el despegue sabe amargo y sereno al mismo tiempo, porque lejano a saber que así es el irreverente curso de la vida, la muerte siempre es un viento fuerte que golpea en la cara.
Así, entre calma y sosiego marchó Eusebio, aunque nadie se va del todo, menos quienes han dedicado alma y vida a darle amor a su novia eterna: La Habana.
Sin embargo, Eusebio no solo le perteneció a ella. Un pedacito de él viajo a cada provincia de Cuba en busca de mover las ciudades entorno a la savia de quienes las habitan. Y en ese andar, llegó a Artemisa.
A Leal venir hasta acá siempre le fue grato, “porque es un pueblo que tiene una cultura y un desarrollo impresionantes”. Así expuso la última vez que estuvo en la Villa Roja con motivo de la Feria del Libro celebrada en 2018. Como de costumbre, ese día enamoró al auditórium de la Biblioteca Provincial Ciro Redondo con saberes y anécdotas históricas.
Quizás por eso, desde ayer volvió a estar ahí, de una manera diferente, pero ahí. Regresó en firmas, agradecimiento, flores y un olor a luto que inspira una calma eléctrica para mover la sangre y pensar cómo ser Leal.
Por allí estuvo Rafael Rodríguez, comunicador de la Fábrica de Cemento. Fue junto a sus compañeros de trabajo a firmar el libro de condolencias. “Leal demostró que de las pequeñas cosas podían nacer cosas muy grandes, cosas del corazón. Eusebio fue un extraordinario hombre. Fue capaz de revolucionar La Habana, y lo hizo con el pueblo”, dijo conmovido.
Desde el lunes en la tarde está disponible para el pueblo el libro de condolencias. Ya han firmado cientos de personas, algunos agrupados por centros de trabajo para ir a mostrar respeto a uno de los seres más grandes que ha dado Cuba.
El póstumo homenaje a Eusebio Leal se extenderá durante toda la semana, como el cumplido artemiseño a quien vivió por y para Cuba. Un hombre que aun cuando muera la última persona que lo conoció, vivirá siempre en los adoquines y los muros de La Habana.