La CCS Abel Santamaría, de Alquízar, sobrecumple sus planes de producción. Así no solo consigue surtir al MAE del municipio, sino llegar a las comunidades más alejadas
Quizás nunca antes los motivos fueron tan fuertes. Siempre la mesa ha sido uno de los muebles más importantes de la casa; en todos los tiempos producir alimentos ha resultado vital, pero, justo ahora, cuando una pandemia estremece la tierra, cobra mayor importancia achicar las distancias a base de compromiso y solidaridad: en eso se distingue la cooperativa alquizareña Abel Santamaría.
Sus campesinos salen a labrar la tierra desde la madrugada. En sus historias hay infinitas anécdotas de fango y sudor, de tenacidad y manos rudas, en más de 15 años de empeño; para que no falte alimento a los pobladores de Alquízar.
Se destacan entre los principales responsables de la calidad en el abastecimiento diario al Mercado Agropecuario Estatal (MAE). Cumplir sus planes de producción sostiene tal proceder, e incluso acorta distancias a la hora de llegar donde las comunidades más apartadas.
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Esta Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) es una de las más distantes del centro del pueblo. Sin embargo, en el MAE predominan los productos que salen de sus fincas. Lo mismo sucede con el acarreo de leche: 42 litros diarios a las bodegas, priorizados y cumplidos al pie de la letra.
Son ellos la satisfacción del asentamiento de Playa Guanímar, una vez a la semana, al llevar productos según los pedidos de la presidenta del consejo popular. Y no fallan aunque la COVID-19 les adicionó otro encargo los últimos meses: prodigar también a los centros de aislamiento de la provincia.
La Abel Santamaría tiene 54 fincas. Todas tienen hombres de bien con sumo empeño en cada cosecha. En cada una de sus 366 hectáreas de cultivos varios el labrador hace que la tierra responda a sus cuidados.
“Siempre hemos sobrecumplido los planes de siembra. Las cantidades comprometidas al final de cada ciclo tienden a ser entre 60 y 65 toneladas, y ni en una sola ocasión hemos dejado de superarlas”, enfatiza Manuel Jesús Caraballo, vicepresidente de la CCS.
“El último trimestre el plan nos exigía 64.07 toneladas y el real ascendió a 81.72. Mientras, el plan de producción total es de 430.73 y ya alcanzamos 482.62. En las ventas contratadas igual se distingue el resultado de nuestro esfuerzo, con 34 toneladas por encima.
“En marzo y abril, durante la campaña de siembra de primavera, cubrimos 19.36 hectáreas de malanga, 22.25 yuca y 22.61 boniato. Aumentó el plan, previendo situaciones más complejas para el país en los meses venideros. Mientras, el cultivo de vegetales y hortalizas se mantiene constante, pues estos son de los más consumidos por la población”, agrega Eddy Fernández, jefe de producción.
Tesón y estrategias
En la Abel Santamaría el trabajo es arduo. Siguen dedicándole a la tierra la mayor cantidad de horas del día. No solo dan respuesta a las demandas actuales, sino también alivian el peso al resto de los involucrados en la tarea de abastecer de alimentos a Alquízar.
Hay campesinos que, o bien por los años y las mañas aprendidas, o por el tesón de horas y horas sobre sus cultivos, consiguen éxitos más evidentes.
Alexander Amador, de la finca La Estrella, un joven militante del Partido, siempre está dispuesto a demostrar el poder de la voluntad. Aprovecha al máximo las cinco hectáreas de cultivos varios a su cargo.
Ha puesto en práctica diversas estrategias, como sembrar diferentes tipos de hortalizas y vegetales dentro de los surcos de maíz. Así esta planta los protege del Sol, para que rindan por más tiempo. “Hasta julio pueden permanecer en el campo y seguirán en buenas condiciones”, asegura.
Los hombres de la familia García Villamil llevan trabajando la tierra tantos años que ya son parte de ella. Nadie en la cooperativa siembra más hortalizas. Disponen de cuatro hectáreas en usufructo, y solo en el último mes ya “hicimos cuatro envíos de más de cien sacos”, afirma Orlando García, el más viejo de todos.
Allí se enseñorean las berenjenas, tanto que su prestigio se extiende por Cuba entera, y la Empresa Nacional de Semillas se las compra, debido a la calidad probada de la solanácea de los Villamil. De hecho, los distingue estar entre los pocos que la amarran, una tremenda ventaja para el sostén de los frutos.
Por supuesto, es al pueblo a quien más favorece el esmero y la dedicación de los campesinos. Y, a su vez, los pobladores se enorgullecen de estos gigantes de rojizos trajes, porque la variedad de productos que entregan no ha disminuido ni un día.
Aquí y allá llegan sus zanahorias, remolachas, plátanos vianda y fruta, coles, frutabombas y pimientos; también, acelga, cebollino, ají chay, yuca, ajo, berenjena, malanga… productos que en otros municipios no abundan o apenas se les puede encontrar.
La gente lo reconoce, porque sus hazañas no quedan en historias y números, sino en la mesa de los alquizareños, incluso de quienes viven más lejos.