La COVID-19 detiene hasta los relojes en diversos lugares; sin embargo, para 21 creadores del Fondo Cubano de Bienes Culturales en Artemisa es casi como de costumbre. Muchos hoteles de todo el país se renuevan con su obra refinada y constante.
Una espiral, siempre en ascenso, es la manera ideal de definirlos. Trascienden por su compromiso y talento, al crear con textiles y maderas, al darle vida a un producto capaz de marcar estos tiempos. Y justo Tiempos es el sello con el cual entran a un mercado cada vez más competitivo, para dejar huellas en Cuba entera.
Nacieron en el consejo popular Toledo, de Artemisa, y son el primer grupo inscripto en Cuba, en 2007, perteneciente al Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC), aunque su coordinador, Siul Cabrera Carrillo, ya era creador desde 1998, y en 2002 había formado un colectivo con 17 artistas.
Hace poco más de 22 años solo le ocupaban las artesanías, manualidades de madera y algo de cerámicas utilitarias u ornamentales, nos cuenta al remontarse a los primeros días.
De buenas a primeras se adueñaron de espacios más grandes, del mundo de los ranchones, sobre todo en contratos con el Ministerio del Turismo, nos dice con esa pasión de quien siempre intenta escalar más allá.
“Edificar ranchones también es arte en grandes dimensiones, pero no se aprende en ningún pupitre. Tiene la magia de pasar de generación en generación; de ahí que cuatro de los 21 creadores unidos ahora al Grupo, se dedican a esa artesanía en mayúsculas.
“Después vinieron los textiles: cortinas, cubrecamas, bambalinas, caminos, mantelería, cojines… Y por fuerza mayor llegaron, hace poco más de un año, los muebles, complemento de los dos primeros quehaceres que trabajamos en estrecha unión; así no desechamos ninguna materia prima”, afirma como buen empresario.

Rostros de cada puntada
En un pequeño taller textil, tal como una galería con obras de Nelson Domínguez (destacado artista de la pintura, el grabado, la cerámica y la escultura), armonizado con rostros diversos y el tictac de cada puntada, confeccionan productos que viajan hasta diversos sitios de la geografía cubana.
Lo mismo decoran el cuarto de descanso de los médicos en el hospital Ciro Redondo García, que habitaciones del Castillo de las Nubes, en Soroa, e igual construyen Rancho Curujey o cabañas del Río San Juan, en Las Terrazas, que llegan hasta el Hotel América, en Villa Clara, o hasta la Ciénaga de Zapata y el II Frente Oriental.
“Desde el inicio incorporamos a chicas sin vínculo laboral, madres divorciadas y otras mujeres jubiladas o adictas a medicinas, por sus situaciones personales, quienes encontraron un hobby para ser útiles y subsistir económicamente, mientras se motivaron con el proyecto”, asegura Lidyce González Fernández, coordinadora del Taller Textil, quien comparte su vida y tres hijos con Siul.
Desde una maquinita casera, y con una tabla como mesa de corte encima de un tanque, comenzó Amor Rivera Reyes, de las primeras en toparse con Tiempos, relata ella.
“Me encomendaron hacer todo lo textil de una habitación prototipo para el hotel Capri, en La Habana. ¡Imagínese usted! Yo había trabajado 26 años en el frigorífico, y en casa solo pedaleaba para coser algún dobladillo o una costura zafada; sin embargo, desde ese primer día mis puntadas andan por toda Cuba.


“Convenimos un horario de 8:00 a.m. a 5:00 p.m., pero hay días que no vamos a casa hasta cumplir con el compromiso contraído por el grupo”, sostiene con total responsabilidad.
A casi un metro, Felicia Izquierdo Meralla no deja de dar puntadas. Se jubiló con 34 años de trabajo del establecimiento Textil 114, de Artemisa, Confecciones Ariguanabo, y no se fue a casa a colocar botones ni zurcir. Toda esa experiencia la comparte hace seis años en Tiempos.
Severina Rodríguez Fariñas también sumó unos 20 años en Textiles. “Trabajaba por operaciones; en cambio, aquí confecciono la pieza completa”, refiere, a la par que reconoce en su rapidez a una aliada.
“Te entrenas, y solo precisas —de vez en vez— grasa, limpieza y alguna que otra aguja, para no cesar de puntear”.
Entre tantos rostros vemos a Dayamí González Pereira, la más joven del equipo, con 24 años de edad, de ellos cinco en este ajetreo. Se graduó en el politécnico, como Obrera Calificada en Confecciones Textiles, y después de su práctica pre-profesional decidió unirse.
Viaja 13 kilómetros cada día, desde el consejo popular Cayajabos, para encontrarse con su máquina. Es muy ágil y competente en el oficio que le enseñó su abuela.
“No hay normas, solo responsabilidad con el contrato; por eso no podemos fallar. Hay días que no se acaba hasta que se acaba”, tal como un juego de pelota, pienso.
“Tenemos nueve máquinas planas y dos festoneras, adquiridas mediante una importación del Fondo, pues el Grupo es cliente de la marca Singer, en Panamá, lo cual favorece la calidad de sus materias primas”, señala Lidyce.
“Estas paredes también guardan el orgullo de haber confeccionado siete vestidos para la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso, incluso dos diseños que estrenó su compañía para inaugurar sendos festivales.
“Allí quedan sus fotos y el crédito con la firma de la cubana inolvidable”, manifiesta con orgullo la artemiseña, coordinadora del Taller, y me pregunto ¿qué no podrían hacer entonces tales rostros y manos, en Tiempos?

Oportunidades y mucho ruido
En un amplio patio, a unos metros del Taller Textil, descubro la combinación de canas y lozanía entre mucho movimiento. Unos moldean la madera en el área de Estructura, otros pasan a unir cada pieza en la de Ensamble, y el producto final llega a un espacio de preparación, donde lijan, enmasillan y pintan, entre otros procederes intermedios.
Sadiel Cabrera González funge como coordinador de la Carpintería. Es uno de los jimaguas de Lidyce y Siul. A fuerza de ejemplo se estrenó laboralmente en este sitio (también su hermano, ambos artistas del Fondo) y tiene unos 40 obreros bajo su responsabilidad; mientras, estudia Economía en la Universidad de Pinar del Río, en Curso para Trabajadores.
Bien cerca, cuenta con el apoyo de Fernando Ferro Díaz, creador que se unió en 2014 al Grupo, y recuerda los inicios, cuando tenían, si acaso, la octava parte de las maquinarias a las que se aferran hoy.
“La mayoría son jóvenes, fuertes y atrevidos, deseosos de aprender y desafiantes del ruido, el intenso trabajo y el calor. Muchos no sabían nada de este oficio con sierras, discos de corte, galopes, sinfín, cepillo, calibradores…, además de taladro, atornilladores y otras herramientas manuales.
“Se adiestran sobre la marcha en las labores más simples, y muchos se quedan dentro de esta magia de nuevas obras y empeños. Otros salen más duchos en el oficio de carpintería. Nos duele cómo hay quienes sí pierden la oportunidad, y van a la calle de nuevo”.
A tanta fuerza masculina se unen tres mujeres costureras y una contratada en la mesa de corte, con habilidades ganadas en Textil 114, aunque igual hay tapiceros como José Manuel Taset, diestros en la materia.
Él trabajó 15 años solo en su casa. Se unió hace poco más de 12 meses a Tiempos, lo cual le permite intercambiar ideas de modelos, tejidos y diseños. Ahí pone todo su ingenio junto a los jóvenes, pues cualquier idea vale, pero solo triunfa la asumida por la mayoría.


Más acá de textiles y maderas
Esta fábrica de arte se sostiene, además, gracias a otros trabajadores un poco anónimos, pero indispensables para su buen funcionamiento. Cuentan choferes, ayudantes, personal de servicio… y, entre tantos, Nérida Acosta Álvarez, responsable de Capital Humano del Grupo.
“Es determinante la entrevista de trabajo inicial. Comprobamos conocimientos acerca de los oficios afines con el Grupo, incluso nivel escolar, enfermedades… y disposición para trabajar fuera de la provincia, pues muchas labores así lo precisan, como el montaje de ranchones, balinesas y habitaciones de hoteles.
“El sistema de pago varía según el producto final, más las horas extras. No tenemos deuda alguna con la Oficina Nacional de Atención Tributaria (ONAT); abonamos con suma responsabilidad, y planteamos nuestra disposición a colaborar siempre que haga falta.
“Marzo inició con nasobucos, en maratones sábados y domingos al comienzo de la pandemia. Entregamos de manera gratuita más de 15 000 atuendos de protección, con modelos tomados de Internet, para los Ministerios de Cultura, Salud Pública y centros laborales del territorio que no interrumpen sus funciones en esta situación excepcional”.
Nada mejor, entonces, que escuchar esa actitud tributaria, en la misma Oficina de la ciudad capital, con Belkis Capote Brito, especialista de recaudación.
Nos dice de memoria sin mirar ni un documento, que el Grupo Tiempos es el de mayor aporte en 2019 entre las personas naturales. ¿Cómo olvidar que los integrados a Siul y Lidyce aportaron más de 16 millones de pesos al presupuesto del Estado, de acuerdo con sus ingresos personales.
Detrás de cada máquina y cada costura; de telas, hilos, agujas y tejidos, cortinas y sobrecamas; de maderas preciosas, guanos sintéticos, puntillas, sudores, diseños y horas de intenso quehacer; detrás de muebles, ranchones, contratos, compromisos, calidad y talento, está un grupo de artemiseños capaces de hacer gala de su emblema al emerger como una espiral en estos tiempos.


Bien merecida descripción,a tan grandioso grupo,fruto del sacrificio de un ejemplar familia.
No tengo el placer de conocer a Lídice, pero me basta con escuchar a Siul hablar de ella enchido de orgullo, al decirme maestra mi esposa es una mujer empoderada y muy segura de lo que hace y a donde llega.
Pienso que el respeto y reconocimiento que inspira en su esposo de muchos años, debe ser la roca en la que Siul se asienta para sostenerse firme y arriba sin importar los tropiezos y adversidades.
Felicitaciones a todos los integrantes de Tiempos, por gozar la experiencia de que tantas personas lindas, se hayan encontrado y se hayan unido, para llevar el trabajo colectivo a la expresión del verdadero éxito.
Saludos