Ocho millones de especies componen la biodiversidad del planeta, esa que sostiene la vida en la Tierra y garantiza incluso nuestra salud, pues cosas tan comunes y necesarias como el agua limpia, el aire puro y los alimentos nutritivos, dependen absolutamente de esta variedad, de que cada una viva en un ecosistema único y desempeñe una labor indispensable en el equilibro natural.
Este año, la biodiversidad centra la atención del Día Mundial del Medio Ambiente, efeméride que desde 1972 celebramos el 5 de junio, pero debe acompañarnos siempre en nuestro actuar, sobre todo porque somos los seres humanos los responsables de un daño quizás irreversible.
Y es que nuestras actividades, sobre todo las de orden económico, llevan décadas alterando el planeta: el derretimiento del hielo glaciar es cada vez más visible, los arrecifes de coral se han reducido a la mitad, se han perdido grandes extensiones de bosque y con ellas el hábitat natural de miles de organismos.
Eventos recientes como los incendios forestales en Brasil, California y Australia, la invasión de langostas en el Cuerno de África y ahora la pandemia de COVID-19, son señalados por muchos defensores medioambientales como claros mensajes de la madre Natura.
Una madre que sin pedir nada nos ha entregado cuanto necesitamos para vivir… y más, que solo precisa de cuidados y coexistencia pacífica para seguir regalándonos vida.
Nosotros, en cambio, mucho mal le hemos ocasionado. Por solo citar algunos de los grandes problemas medioambientales causados por el hombre, hablemos de los bosques, los pulmones del planeta: cada año se talan miles como consecuencia de una agricultura no sostenible y la explotación de la madera.
Abordemos el consumo abusivo y las toneladas de desechos diarios hacia ríos, mares y periferias de las ciudades. Durante 2014, los residuos generados por empresas y hogares en la Unión Europea ascendieron a 2 503 millones de toneladas y las cifras crecen por año, no así la conciencia en torno al reciclaje.
Ahora traslademos ese daño a nosotros. La ecuación equivale a aire impuro, agua contaminada, enfermedades, sequía, catástrofes naturales de envergadura… De ahí que cada vez se junten más personas en pos de accionar en conjunto para salvar el medio ambiente, que es también salvarnos.
Este año, cuando vivamos la jornada del 5 de junio, nuestra especie estará librando una batalla por la vida, por vencer a una enfermedad que nos ha obligado al confinamiento social, y ha puesto al descubierto cuánto puede mejorar la salud del planeta cuando los seres humanos nos quedamos en casa y dejamos de contaminarlo.
Por estos días han sido virales las imágenes de animales señoreando por las calles más insospechadas. Incluso algunos que se creían casi extintos han asomado su figura, al saberse a salvo de los humanos.
Mientras, las fotografías satelitales de un planeta con mucha menos carga contaminante, alientan a sacar lecciones de este encierro. Los seres humanos, sin duda los más perjudiciales para el Medio Ambiente, estamos a tiempo de cambiar y borrar las huellas del daño planetario. No esperes; sé tú el primero.
