Casi lo encuentro en su casa, pero llegué dos minutos tarde y estaba encima del tractor, en medio del campo, como uno más, como de costumbre. Si alguien escuchara a la ligera cuánto ha conseguido, pudieran creerlo un afortunado, de esos a quienes “la vida les sonríe” o nació en cuna de oro. Y Juan Luis García solo es un luchador de horas de entrega a sus cultivos, sin sosiego.
Este alquizareño de pecho amplio y de talante fuerte, nació en la huerta. Que amara la tierra era inevitable. “Desde 1944 vivimos en la misma finca. Las 30 hectáreas eran de mi padre; ahora las trabajo con mis tres hermanos. Claro, la finca de hoy no es ni remotamente la de entonces. No vayas a pensarlo; ahí hay muchos días de trabajo duro.
“Siempre tuve como temas de conversación tierras y arados. Era de lo que más se hablaba en casa. Los bailes y las fiestas me las perdía; de joven hacía guardias, o surcaba bien temprano en la madrugada y no podía ir. Me parecía que no llegaba la mañana, y ahora no quiero que amanezca, para ir adelantando todo antes que salga el Sol.
“Yo empecé a labrar la tierra bien duro, con mi padre dándome su ejemplo. Nos esforzamos mucho y, cuando triunfó la Revolución, recibimos la ayuda que necesitábamos. Salimos adelante en un abrir y cerrar de ojos. Con sus resultados, el viejo logró convertirse en asesor del Comandante en Jefe Fidel Castro, en cuanto a agricultura se refería. Aquello sí era un regocijo; de ahí seguían saliendo las fuerzas.
“En el 88 me gradué de Técnico Medio en Agronomía. Y en 2004 nos entregaron una caballería en usufructo, que mantenemos con cultivos varios: plátano fruta y vianda, malanga, boniato, ajo… Actualmente está sembrada en su totalidad. Pero seguimos estudiando los suelos, porque con la tierra nunca se sabe.
“Nos apoyamos en los fitosanitarios de la Empresa Agropecuaria de Alquízar, son como los médicos del campo. Nosotros hacemos de todo para aumentar el rendimiento de los cultivos. A través de la cooperativa Pedro Rodríguez Santana, ayudamos al pueblo que tanto lo merece”.
La gente de estos lares conoce de la humildad de Juan Luis, de la mano amiga que brinda cuando hay problemas… y cuando no los hay, de sus actos de sencillez y bondad con sus vecinos, de cuánto hace por los niños de círculos infantiles y las embarazadas en el Hogar Materno. Basta el brillo en sus ojos café para confirmarlo.
Sabe de las tempestades que vienen con las glorias y de quienes predican que el sacrificio trae recompensas, también de quienes saben que estar necesitado no es un defecto, porque un día lo estuvo y no lo olvida. “Es de las personas que merecen lo que tienen, porque comparte con humildad sus méritos”, dice Martica, una de sus vecinas.
Ha recibido en sus tierras a José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del Comité Central; a Salvador Valdés Mesa, Vicepresidente de la República; al Ministro y Viceministro de la Agricultura; y, especialmente, al Comandante, visitas que relata con inmensa alegría.
Su casa tiene olor a amanecer de monte y a sábanas aseadas. Cuando comencé con las preguntas que tenía en mente para la entrevista, me tiró el plan al suelo.
Me enseñó los sembradíos y los zurrones de sus trabajadores llenos de semillas, y me dijo: “vamos a tomarnos un buen café guajiro, y luego te digo lo que quieras saber, pero a mí manera, que pa’ esto sí soy bruto. ¿Tú lo pones bonito después, verdad?”
Así comenzó esta entrevista. Hombres de su talla son los que necesita esta Cuba, sin otras palabras más bellas que su entrega sobre la tierra.