A Leticia Pérez le han puesto en sus manos un rayo de luz. Ella sonríe. Está segura de que no se le va a escapar. También sabe que no basta. Es apenas el comienzo, una señal del horizonte. Este nuevo lote de pollitos para cebar indica el éxito en las pruebas iniciales. Cuba necesita volver a producir cantidades considerables de esa carne.
No estamos en la década de los ’80 del pasado siglo, cuando desde Pinar del Río hasta Granma se producían casi 120 000 toneladas de carne de ave, cada año. En el primer trimestre de 2020 fueron poco más de mil toneladas. Ahora, la mayor de las Antillas importa unas 280 000, a un costo de 300 millones de dólares, según Norberto Espinosa Carro, presidente del Grupo Empresarial Ganadero.
Encima, la economía ha recibido el fuerte impacto de la COVID-19, que paralizó el turismo y otras actividades comerciales, redujo la disponibilidad de divisas y frenó convenientes proyectos de inversión extranjera para impulsar la producción de carne de pollo.
De acuerdo con Espinosa Carro, esos proyectos se ejecutarían en Pinar del Río, Mayabeque y Artemisa, marcadamente en la Zona Especial de Desarrollo Mariel. Se estima que puedan generar unas 100 000 toneladas.
Mientras, en la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) alquizareña Amistad Cuba México, finalizan su tercera cría de pollos de ceba: dentro de unas 48 horas, entregarán al Matadero más de 4 000 aves, las cuales incrementarán las 9,1 toneladas de los dos primeros lotes.
Con sus conocimientos y experiencia, el técnico veterinario Osvaldo Capote lidera el pequeño grupo de dos mujeres y otros dos hombres. Leticia Pérez y Delfina Tejeda aportan destreza en el manejo de las aves.
No en balde la empresa Avícola Artemisa y, en particular, la Unidad Empresarial de Base (UEB) Avicultura Alternativa, eligieron a esta forma productiva para el primer convenio. Prestigio en todo el país, condiciones para la alimentación y el manejo, y la certificación del Instituto de Medicina Veterinaria, resultaron determinantes.
“Antes, en la cooperativa, habíamos criado gallinas ponedoras, así que las dos primeras crianzas de pollos fueron de estudio; esta sí está vinculada, al 20% entre los trabajadores que participan. Trajimos pollitos de calidad seleccionados por nosotros. Recibimos 3,5 kilogramos de alimento de calidad por animal, y no les ha faltado el medicamento”, asegura Capote.
“Esta es la mejor manera de garantizarle carne al pueblo. En 40 días ya alcanzan dos kilogramos de peso promedio. Los cerdos demoran 180, y requieren más pienso y naves. Los pollos únicamente necesitan el calor preciso, ni menos en los primeros días, ni más cuando crecen y engordan”.
Guillermo Lara Rivero, director de la UEB Avicultura Alternativa, explica que nueve productores de la provincia están listos para insertarse en esta modalidad de crianza en cuanto las condiciones del país lo permitan. “Hubo 41 interesados en incorporarse, pero no todos cumplían las regulaciones pertinentes”.
Lara Rivero menciona otro convenio para la ceba de pollos camperos en Bahía Honda, que también demostró viabilidad, a partir del empleo de pienso criollo, con 70% de palmiche, 25 de cabecilla y polvo de arroz, más el cinco restante de harina de pescado.
Además, la UEB de Servicios Veterinarios de la Empresa Agroindustrial de Granos José Martí, en Candelaria, asume un proyecto de ceba de esta misma especie, aunque a base de pienso industrial que garantiza la propia Empresa Avícola de Artemisa.
Cuba no produce carne de aves a gran escala hace más de 30 años. Pasó a depender de las importaciones desde Estados Unidos, y luego de Brasil, Argentina y otros mercados. Por eso, Leticia Pérez cuida con celo esos pollitos que llegan a ella muy pequeños y crecen rápidamente entre sus manos, como un rayo de luz que nos acerca al horizonte necesario.