En el breve plazo de los dos meses iniciales de 2020, la COVID-19 se convirtió en una pandemia mundial que, al inicio de la tercera decena de junio, rondaba los 8,5 millones de infectados y superaba los 450 000 fallecidos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que pandemia es la infección humana motivada por un agente infeccioso extendido simultáneamente en varios países.
La COVID-19 tuvo sus primeros casos en la ciudad china de Wuhán, a fines de 2019, y pasó con rapidez a países vecinos y de ahí a Europa, América, Australia, Oceanía y África.
Obligó a paralizar o posponer eventos tan relevantes como los Juegos Olímpicos de Tokio, o a convertir plazas, calles y avenidas de connotadas ciudades, normalmente colmadas de público, en espacios desiertos. En Cuba detuvo por primera y larga vez las clases en todos los niveles educativos.
Desde mediados de mayo, la cifra oficial de países con casos reportados se ha mantenido en 185. Sobre esa cifra conviene hacer algunas aclaraciones.
En el mundo actual existen 194 estados soberanos, y esos son los considerados en los reportes de la OMS como países.
De manera que nueve estaban libres de la letal enfermedad al momento de redactar estas líneas: dos asiáticos (Turkmenistán y la República Popular Democrática de Corea) y siete, pequeños y poco poblados, ubicados en el área geográfica de Oceanía: Islas Marshall, Islas Salomón, Micronesia, Samoa, Vanuatu, Tuvalu y Tonga.
Este último septeto se reparte una superficie de apenas 45 572 kilómetros cuadrados, con una población total de 1,2 millones de habitantes, monto algo inferior al de La Habana y algo superior al doble de la provincia de Artemisa.
Los 35 países de las Américas han reconocido enfermos, encabezados por Estados Unidos, Brasil y Perú; también los 44 de Europa, los 54 de África, así como 45 de los 47 asiáticos y siete de los 14 de Australia y Oceanía.
Pero en el mundo hay otros que no se cuentan generalmente en la relación por diferentes razones, como el no reconocimiento oficial de su estatidad por la ONU: son los casos de Taiwán y Kosovo.
Tampoco se incluyen territorios con características especiales al estilo de Palestina (bajo control directo israelí) o el Sahara Occidental, ocupado ilegalmente por Marruecos desde 1975.
Ni se cuentan otros 40 que carecen de soberanía, y tienen estatutos de dependencia hacia otras naciones bajo diferentes denominaciones oficiales, como colonias, territorios de ultramar o territorios asociados…
Son, entre otros, Puerto Rico (con la nada envidiable condición de Estado Libre Asociado de Estados Unidos), las islas Caimán, Malvinas, Turcas y Caicos o Anguilla bajo dependencia británica.
Muchos (en las Américas superan los 15) lamentan notables índices de enfermos por la COVID-19, aunque sus estadísticas al parecer se recogen en las correspondientes a los países de los cuales dependen.
Los últimos en incorporarse a la aciaga lista, al reportar casos por primera vez, fueron Lesoto, en África, Tayikistán en Asia y los pequeños estados polinésicos de Kiribati, Nauru y Palau en Oceanía.
Estos y los nueve que se mantienen ilesos ante la COVID, reciben exiguas cifras de turistas extranjeros de diversa índole, lo que al parecer los ha protegido del terrible y mortal virus de propagación humana directa.
Ahora me encantaría dibujar una geografía diferente de la pandemia, a partir de un mapa que resalte a las naciones exitosas en la misión de reducir el nuevo coronavirus a la mínima expresión posible.