Para la Rosario de aquellos días, el 14 de junio de 1928 parecía una fecha más. La cambió el nacimiento en esa ciudad argentina de Ernesto Guevara de la Serna. Inmortalizado en la historia como el Che, desconocía la futura unión con la patria cubana. Estaba también muy lejos de conocer sobre Antonio Maceo Grajales, nacido en igual fecha de 1845, en San Luis, Santiago de Cuba.
El hombre de piel mestiza abrazó los mismos ideales que la conciencia del rosarino no tardaría en despertar. Dos nacimientos distantes en espacio y tiempo coincidían en día, mes y causa.
Pero el destino no quedó saldado con ese hecho, y los volvió a unir, no para compartir una fecha sino un lugar: una zona en la región occidental del país donde ambos vivieron y dejaron su huella de profundo heroísmo. Se trata del extremo oriental de la Sierra del Rosario, en la actual comunidad Las Terrazas, municipio Candelaria.
En este fragmento de la geografía de Artemisa se alza la loma del Taburete, sitio que aprovecharon los dos colosos: en 1896 el Titán de Bronce, con la llegada a Pinar del Río de la Invasión de Oriente a Occidente.
Conocedor de las favorables condiciones de la serranía del Rosario para la guerra de montaña, desplegó una serie de combates a su paso por esta; destaca el de Cayajabos, el 18 de marzo de 1896, un duro golpe al prestigio del alto mando español. Además, acampó allí en varias ocasiones, y es muy notoria su presencia en el campamento El Brujo.
Casi un siglo después, en la década del ’60, también el Che llegaría a este paraíso de caminos empinados y árboles coposos. El Guerrillero Heroico tomó el ejemplo de Maceo, y usó este sitio a fin de prepararse para una gran misión.
Junto a un grupo de combatientes, se sirvió de las alturas del Taburete (460 metros) y sus alrededores, para realizar su entrenamiento militar antes de partir en ayuda de los revolucionarios africanos.
Tras la muerte del Che, en la cima fue situada una tarja conmemorativa. En 2007 la Dirección Política del Minint ideó erigir un memorial. Ahora quien visita El Taburete encuentra un monumento del escultor Agustín Hernández: una estrella en el centro simboliza al Che, y lo rodea una explanada de rocas, alegoría de los combatientes que lo acompañaron a Bolivia y cayeron en pos de la libertad.
Al general mambí, en cambio, se le venera especialmente en San Pedro, municipio Bauta, donde cayó en combate el 7 de diciembre de 1896. Entre aquellos terrenos otrora cercados por muros de piedras, se levanta un Complejo Monumentario, obra del afamado artista de la plástica José Delarra, ariguanabense y universal.
No obstante, en los 11 municipios artemiseños fulguran 34 elementos iconográficos dedicados a su memoria, entre bustos, tarjas, obeliscos y monumentos.
Muy notables son el busto y las dos tarjas colocados en la cima del Pan de Guajaibón y la estatua en la Escuela Interarmas General Antonio Maceo, ubicada en Caimito, de la autoría del escultor bautense Juan Quintanilla y develada el 7 de octubre de 1983.
Construida de bronce, resalta entre otros muchos monumentos por ser, junto a otra existente en el municipio santiaguero de San Luis, las dos únicas que muestran al Titán de cuerpo entero y de pie.
Ochenta y tres años separaron el nacimiento de estos hombres. Los aniversarios 175 y 92 de sus natalicios dictaminan cómo el tiempo impidió que se encontraran en la Sierra del Rosario; sin embargo, nos recuerdan que la caprichosa historia sí fue capaz de unir en la misma geografía dos almas nacidas para encontrarse.