Escribo inspirado en la actitud de un hombre común: Licenciado en Cultura Física, preparador principal de la selección de béisbol Cazadores de Artemisa, amigo, revolucionario, transparente y firme en sus principios, pero, por sobre todas las cosas, humano.
La patria lo contempla orgullosa porque dijo sí a su llamado. Cambió la cartilla de la preparación física en los entrenamientos, por los utensilios de limpieza; el atuendo deportivo (shorts, pulóver, tenis…), para trabajar y los mismos deseos de ser útil.
Lo vi en la mañana. Después del saludo y la conversación sobre béisbol, me dijo: “Vengo de la sala de cardiología del hospital (General Docente Iván Portuondo)”. Le pregunté por qué. “Nada, que el béisbol dio el paso al frente, y estamos trabajando allí”. Su rostro expresaba satisfacción y orgullo. Sabía que había hecho algo útil. Estaba convencido de sí mismo, porque cuando llama el deber… la respuesta no se piensa. No se titubea. No se claudica.
Este mortal especialista en béisbol es natural de Güira de Melena, pero Cupido lo flechó en el Ariguanabo. Lo convirtió por segunda vez en padre, y lo comprometió con el béisbol de la tierra del Círculo de Artesanos.
En tiempos de coronavirus, no ceja en el empeño de aconsejar, enseñar, educar. Estudia y lee los planes de entrenamiento. Organiza las ideas para el regreso al terreno y enfrentar la edición LX de la Serie Nacional de Béisbol.
Cuando concluya la pandemia y estemos libres del SARS CoV-2, el protagonista de esta crónica podrá decir: “Soy feliz. Cumplí con mi Patria”. Tal vez la modestia no le permitirá hablar de su aporte, pero este cronista está en el deber de unir poesía y palabra para enaltecerlo.
¡Gracias, Jorge Luis Crespo! Usted es ejemplo para los nuevos muchachos y para nuestro béisbol.