¿Sabías que sin la Bibliotecología la Internet sería mucho más difícil? ¿Te imaginas buscar una información entre trillones sin textos con palabras clave? ¡Bah, resultaría imposible hallar la aguja en el pajar! Recuperar elementos correspondientes a una ecuación de búsqueda supera al antiguo hecho de pedir un texto mediante una tarjeta.
Hay quien asocia estos espacios con un montón de libros llenos de polvo resguardados por una anciana de espejuelos redondos. ¿La verdad? Esta mirada retrógrada no podía estar más alejada de las bibliotecas y los bibliotecarios del siglo XXI.
Allí donde se guarda el conocimiento en cientos de libros, los bibliotecólogos clasifican, indexan, conservan y emplean tiempo en digitalizar magnos volúmenes de textos en aras de ponerlos a disposición de todos, con el mundo digital como herramienta.
Entonces, las bibliotecas dejaron de ser almacenes; ahora les palpita un alma, la de los bibliotecarios de hoy.
Sus profesionales dejaron de atender áreas cerradas, compartieron sus contenidos y dijeron cómo ponerlos al alcance de un clic, en cualquier lugar del mundo; aportan a la Sociedad de la Información y el Conocimiento e innovan en nombre de las Ciencias de la Información, para abarcar mucho más allá del mundo del análisis documental.
En otras palabras, expandieron su mirada y la llevaron hasta horizontes muy lejanos, muchas veces superando carencias cubanas e imaginando escenarios ideales.
Investigaciones, ciencia y cultura general se divisan detrás de las puertas de cualquier institución del conocimiento.
Buena parte de ese criterio bien ganado es responsabilidad de quienes cada día se esfuerzan por ser parte de procedimientos mejores… y porque las humanidades digitales salten de las tesis convertidas en el día a día de las bibliotecas cubanas.