Sería fácil convencerlos si estuvieran delante de estos hermosos sembrados. Más allá de los beneficios para la visión, el bronceado de la piel, la digestión, los pulmones y sus propiedades anticancerígenas, ver las hermosas zanahorias que cultivan en la cooperativa güireña invitaría a los reacios a probar alguna de tantas deliciosas recetas.
Cierto, no son comunes en la dieta de los cubanos, no como el tomate, el ají, la col o el aguacate. Sin embargo, se venden todas las cantidades que arriban a los mercados, sin importar su precio relativamente alto.
Según aparece en el sitio digital español www.lavanguardia.com, la zanahoria es de las hortalizas más producidas y consumidas en el mundo, principalmente en Asia, Europa y Estados Unidos. De modo que la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Antero Regalado, de Güira de Melena, la cultiva para artemiseños, habaneros y turistas foráneos.

“Nosotros cosechamos el ciento por ciento de la zanahoria que consume el turismo en el país, al menos la que se guarda en frío, y la entregamos a la Unidad Empresarial de Base (UEB) Diseños Tropicales; ellos deciden cuánta se va a consumir fresca y cuánta van a guardar”, asegura Abelardo Álvarez, el presidente de la CCS.
“Claro, no puede tener daño durante la recolección mecanizada, ni efecto de plagas”, acentúa.
“Esta hortaliza se recoge hasta el 15 de abril. Ya habíamos cumplido el plan, que comprende envíos a la industria y, por supuesto, a la población, pero nos pidieron un extra, y probablemente tendremos hasta junio. Así sucederá con la col y otras de las que abastecemos a Acopio.
“Al turismo también enviamos ajo, col, malanga, tomate… desde hace más de 20 años. Estamos identificados con la tarea de evitar importaciones al Estado”, advierte.
Dayron Silva, presidente de la organización de base de la ANAP en la cooperativa, indica que este año sembraron casi 70 hectáreas de zanahoria, de sus 500 de tierras cultivables, todas bajo riego (la mitad a partir de diésel y la otra mediante electricidad).
“Es nuestro cultivo fundamental; sin embargo, eso no quiere decir que no seamos grandes productores de plátano macho, otras viandas y casi todas las hortalizas. Simultáneamente, producimos frijol negro y colorado, garbanzo, maíz y leche en pequeña escala.
“Hemos logrado hasta 800 quintales de zanahoria por hectárea, solo que entre la sobreexplotación de las tierras, la salinización (aunque somos de los ubicados más al norte), la carencia de semilla óptima y no recibir los recursos necesarios, ni a tiempo en ocasiones, ese rendimiento ahora resulta inalcanzable”, explica.
“Este año ha sido bien difícil para la agricultura, debido al recrudecimiento del bloqueo: recibimos casi la séptima parte del combustible habitual. No obstante, los campesinos se esmeran y buscan soluciones.
“En estos suelos ferralíticos rojos el agua se filtra muy rápido. Entonces, quienes tienen riego por diésel y están al lado de alguien que usa electricidad, se apoyan en ese; además, siembran cultivos más resistentes a la sequía”.
Legado de tenacidad
Desde el siglo XIX se identifica al tubérculo anaranjado como fuente de motivación, cuando Jeremy Bentham se sirvió de la leyenda del hombre que llevaba zanahorias al mercado en una carreta movida por un burro… y amarró una a un palo para que el jumento anduviera tras ella. Este filósofo inglés desarrolló una teoría en torno a que toda acción humana es impulsada por la consecución del placer.
Así, la planta de la familia umbelífera cuyo nombre científico es Dacus Carota L, ha sido asociada con algo capaz de seducir el paladar y la mente.

Las recetas con la hortaliza son numerosas, al igual que sus propiedades. Por si no bastara, los sembrados bien atendidos hechizan la vista. Le sucedió al equipo de el artemiseño en la finca Las Ninfas, donde Alejandro Maristany nos mostró una hectárea de 70 días de sembrada. “Le faltan otros 50, y ya está hermosa. Cuando la ves así, es muy difícil que no dé un fruto de calidad”.
Antonio Hernández estaba cosechando. Dice que no siempre se puede esperar a los 120 días, pues si faltó algún producto la Alternaria dauci (un hongo patógeno oportunista) la puede pudrir. Y esta vez no dispusieron de las dosis pertinentes de herbicidas, abonos químicos ni fungicidas. “Como el diésel tampoco alcanzó, tuve que recurrir al riego por máquinas eléctricas después de las 12:00 de la noche”.
Tony hunde en la tierra la cuchilla del tractor a una profundidad que garantice no dañar las raíces carnosas. A continuación, una docena de trabajadores contratados eventualmente contribuyen a recolectar y amarrar los mazos de zanahoria. De verdad lucen muy saludables, en color, calibre y longitud.
Pero una visita al sitial histórico de la CCS impacta aun más. El tiempo ha restado intensidad a la coloración de una foto tal vez con más de dos décadas encima; en cambio, no disminuye un ápice las enormes y gruesas zanahorias en manos de Cuco, un cosechero legendario.
Cuentan que el color de esta planta fue obra de agricultores holandeses allá por el siglo XVII. Ellos seleccionaron variedades de tonos diferentes hasta dar con este, para honrar a la familia real, cuyo color de tradición es el naranja.
Enorgullece el afán de aquellos campesinos de los Países Bajos, como el de Cuco y su legado de tenacidad entre más de 40 productores de la Antero Regalado, quienes hacen de Güira de Melena no solo la Capital de la papa, sino también la tierra de una singular reina naranja.