Hoy me guardo los besos. Acomodo
las caricias de siempre en la gaveta.
Voy al íntimo espacio. A la discreta
silla de espectador que lo ve todo.
Hoy saludo a mis hijos con el codo
protegiendo su infancia de la treta.
La señal que este mundo no interpreta:
Es precisa la vida de otro modo.
Hoy con tanto genoma y tanto avance
renunciamos al alma en un escollo.
Nos volvimos objetos de las ciencias.
El espíritu grita en este trance:
Es también hacia adentro el desarrollo.
No perdamos de vista las esencias.
Reinier del Pino