Ha crecido despacio, pero en los últimos 20 años se ha convertido en destino escogido por turistas foráneos y nacionales para disfrutar de sus paisajes y tranquilidad divina.

Funcionar encadenados es el sueño de muchas ciudades y pequeñas comunidades. Miles de personas se involucran en proyectos de gestión del desarrollo local para crear pueblos sostenibles e inteligentes; la comunidad Las Terrazas nació bajo ese principio hace 49 años.
Cuando unas 120 familias ocupaban las 5 000 hectáreas de tierra y escucharon la idea de crear una colectividad que se autoabasteciera y con las comodidades básicas para afianzar una familia, casi nadie confió. Sin embargo, así nació el Plan Sierra del Rosario el 28 de febrero de 1968.
Arduos trabajos de convencimiento sumaron aquellas jornadas para atraer a quienes no creían en el proyecto de crear una barriada en medio de la montaña. Solo unas 45 familias se aventuraron a dejarse llevar por el sueño de que algo mejor es posible, y cambiaron su parcela por una casita como sacada de un cuento infantil; nueve de ellas entregaron completamente sus tierras sin recibir dinero a cambio.
A “los creyentes” se les escucha hablar aún de desandar caminos sin zapatos y de cuánto transformaron sus vidas gracias a Osmany Cienfuegos, quien es un mesías para ellos. Para esos abanderados nació la comunidad Las Terrazas en 1971.
“Mi familia fue una de las que vino entre las primeras. Me recuerdo de pequeña corriendo descalza por la montaña; no sabíamos nada de carreteras ni escuelas cercanas, tampoco de médicos ni pastillas”, confiesa Alejandrina Naite, una mujer que ya peina canas y desde hace tiempo se desempeña como directora de la comunidad terracera.

Comunidad y naturaleza de la mano
Tomó diez años plantar siete millones de árboles y construir 150 kilómetros de camino de montaña. “A ratos a los pobladores les parecía un sueño imposible. Luego la comunidad comenzó a crecer y se erigieron diez biplantas”, comenta Alejandrina.
Regresar la mirada a los primeros días, hace pensar en los notables avances de un proyecto que abandonó los planos para convertirse en realidad y constancia.
Por supuesto, la creación de la comunidad generó empleos para quienes vivían allí. El edificio polivalente acogió bodega, cine, farmacia y consultorio. De esta manera, los terraceros experimentaban la cercanía a los servicios básicos, a la vez que se descubrían aprendiendo a vivir con la misma tranquilidad, pero con vecinos más cercanos.
“En los años ’80, el trabajo disminuyó y también el ingreso de sus habitantes. Para finales de esa década, nace entonces la segunda etapa, con el turismo como una vía para la sostenibilidad”, recuerda Alejandrina.
Con la apertura del hotel Moka y unidades extrahoteleras, entre ellas la del Cafetal Buenavista y la del atractivo río San Juan, iniciaba un período de desenvolvimiento económico para Las Terrazas y sus comunitarios.
“Actualmente el Complejo tiene 17 entidades extrahoteleras, que en su mayoría se sostienen gracias al trabajo de la comunidad: de los 1 200 comunitarios, 452 laboran directamente con el turismo y 129 asumen otros roles, por ejemplo maestros y trabajadores de servicios”, afirma la directora.
Daylín Costa, de 42 años y nacida en Las Terrazas, expone orgullosa la bondad de vivir en un lugar semejante. “Las Terrazas es una gran familia; entre todos nos ayudamos. Con lo que genera el proyecto, se atiende a los más necesitados, abuelitos que viven solos y fueron de los primeros en habitar este paraíso donde vivimos, incluso se les compran los medicamentos; es una obra de mucho amor”.
Ecología: mucho más que verdes
Reciclar puede parecer una experiencia lejana o remontarnos a Materia Prima, pero el reutilizamiento comunitario no solo aporta un granito de arena ante el cambio climático, también educa y responsabiliza.
Por eso la comunidad que se erige entre lomas y terrazas, promueve un comportamiento ecologista desde los pequeños. Reciclan agua y en la cochiquera comunitaria se produce el biogás necesario para abastecer el círculo infantil. ¿Parece increíble? Sí, pero es una manera de cerrar ciclos y aprovechar los beneficios de los elementos disponibles.
La ecología de la información llegó hasta la biblioteca, y el próximo viernes presentarán el Archivo de Las Terrazas: memoria e historia de un Paisaje Cultural, solo en su primera parte, pues la idea consiste en digitalizar documentos antiguos y, en futuras compilaciones, recolectar objetos de gente del pueblo, esenciales para la historia de las montañas que vieron nacer al gran Polo Montañez.

“El archivo tiene terminada la primera etapa, de 1968 al 78, y constituye nuestro aporte por el aniversario 52 del inicio del proyecto y el 49 de la fundación de la comunidad”, expresó Analía Piña, trabajadora del archivo.
¿Un proyecto de avanzada?
“La vida de la gente cambió cuando abrieron los centros turísticos en la comunidad, en 1994. Mucho debimos aprender, pero no faltaron nunca la preparación ni las ganas”, declara Alejandrina.
Enlazar a los habitantes con los nuevos empleos influyó decisivamente en la forma que la gente vivía. “Mejoraron su economía, y la comunidad desde entonces tiene beneficios más palpables”, continuó.
Las Terrazas es un álbum de retratos de luz entre montañas. Ha crecido despacio, pero en los últimos 20 años se ha convertido en destino escogido por turistas foráneos y nacionales para disfrutar de sus paisajes y tranquilidad divina. Así, en 2019, triplicaron sus ingresos en moneda nacional y, en pesos convertibles; la cifra supera a los ingresos del año 2000 en 250%.
El próximo 28 de febrero celebran el cumpleaños de ese gran proyecto, con la merecidísima condición de Monumento Nacional, en la categoría de Paisaje Cultural, entregado por la Comisión Nacional de Monumentos.
Además, Silvio Rodríguez regalará un concierto a esta comunidad que se disfraza de quietud, pero en la cual las personas trabajan como hormigas para conservar el brillo y luminosidad de sus días.