Cada año la Empresa de Alojamiento y Recreación de Artemisa renta sus habitaciones a miles de familias que eligen sus instalaciones, para vacacionar o pasar un fin de semana diferente. Durante 2019, acogieron a 65 520 clientes, por lo cual apunta a ser la primera opción para muchos, frente a los altos precios de otras ofertas recreativas.
La UEB de Alojamiento ubicada en Bauta comprende nueve sitios, cinco con servicio de hospedaje; además, reúne lugares con privilegios de playa y otros que, para la recreación, cuentan con mesas de billar y piscinas.
A pesar de que en casi todas las temporadas hay clientes, y en verano es difícil encontrar alguna cabaña vacía, las condiciones estructurales no son las ideales, ni siquiera valorando el precio súper económico de las habitaciones.
Villa Victoria, una de cal
“Aquí hay 17 habitaciones en funcionamiento, acomodadas con tres camas, refrigerador, aire acondicionado en 15 y ventilador en las otras dos, pues los equipos de climatización están rotos”, informa Idara San Jorge, administradora de Villa Victoria, al momento de nuestra visita.
“No hay nada de recreación ni de día ni de noche. El restaurante está en pésimas condiciones y el ranchón ya no lo pueden usar, mientras se destruye uno de los mayores atractivos que tenía esta zona. Las cabañas están llenas de humedad, y donde estoy con mi familia no hay antena; ni siquiera podemos ver la televisión, comenta Pedro Garrido González, quien fue a celebrar su cumpleaños allí.
“Preferiría pagar un poquito más y tener condiciones mejores. Sabemos que no es un hotel de cinco estrellas, pero tampoco debemos conformarnos, pues nadie sale de su casa a pasar trabajo”, enfatiza.
“Es cierto, no hay recreación. Anteriormente se realizaban bailables en el ranchón, pero el Instituto de Planificación Física en el municipio orientó cerrarlo, por peligro de derrumbe”, explica San Jorge.
Aunque el ranchón no se puede reconstruir por indicaciones del CITMA, ¿será ese el único lugar disponible en el área ocupada por la villa para organizar juegos de participación o poner algo de música en las noches?
Sandra Moreno Guerra, otra cliente, asegura que el mayor problema está relacionado con el agua, pues “hay durante todo el día, pero sobre las 4:00 de la tarde falta en los grifos, y debemos ir a buscarla a los tanques dispuestos en distintos puntos entre las cabañas”.
En cambio, ambos valoran de muy buena la atención recibida y la variedad en el menú de la comida, pese a que Sandra prefiere comer fuera, por las condiciones del restaurante.
“No ha faltado el abastecimiento de las comidas; la empresa lo ha garantizado en todo momento, bajo el principio de un menú variado. Eso sí, el restaurante no muestra su mejor cara”, continúa San Jorge.
El Laguito: más soluciones, menos problemas
En este complejo también hay problemas de infraestructura y humedad, sobre todo en los pasillos y paredes interiores, pero la limpieza lo hace imperceptible.
Buen trato y variadas ofertas distinguen a esta instalación, presta para celebrar en sus salones fiestas privadas de centros laborales o personas naturales. Además, consta de siete habitaciones de tercera categoría, sala de juegos, restaurante y bar.
Mas, El Laguito sí padece un problema: si se mira a través del lente del esparcimiento sano y diurno, no tiene atractivo. Lamentablemente, la piscina está contaminada, y las posibles soluciones no puedan estar más alejadas del contexto económico del país y de la propia empresa, sin liquidez para asumir obras como estas.
“Con la piscina encaramos dos opciones: secar el lago o hacer la alberca en otro sitio; resulta imposible arreglar la estructura que tenemos. La falla fundamental ocurrió al construirla, pues no se hizo un muro de contención, y la fuerza ejercida por el agua del lago la agrieta, aunque la reparemos constantemente”, explica Miguel Martín León, director de la UEB de Alojamiento de Bauta.
Como la piscina no puede ser utilizada, buscaron rentabilizar el área con fiestas nocturnas, otro modo de cumplir con la misión y los objetivos de la empresa.
“El Consejo de Administración Municipal solo nos permite abrir viernes y sábados en la noche. Esos días se llena el lugar, y siempre tenemos mucha precaución, a través del equipo de seguridad, de que nadie bordee la piscina”, subraya Adonis Domínguez Gutiérrez, el administrador.
No obstante, alude a su intención frenada de sumar noches de recreación, para aportar a la vida nocturna de Bauta con espacios tipo cabaret, los cuales pueden desarrollar en el propio restaurante o en las áreas verdes, con el fin de regalarle a la gente algo diferente.
Óscar Martínez, quien se encontraba en el bar, elogia la creatividad del cantinero (pese a los escasos recursos), y se siente motivado a participar en cualquiera de las actividades con humoristas o solistas que pudieran acontecer allí cada jueves.
Sin dudas, El Laguito constituye un ejemplo de reinventarse y no conformarse con instalaciones cerradas ni humedades capciosas. Exhiben algo de lo cual se pueden vanagloriar ante instalaciones de la misma empresa: el ímpetu y las ganas de hacer más.
¿Y entonces?
“Ahora mismo contamos solo con 200 000 pesos para la preparación de obras, una cantidad insuficiente que no permite dotar a las villas de las reparaciones capitales necesitadas”, explica Maribel Cruz Brito, directora provincial de la empresa.
“Las estructuras pertenecientes a Alojamiento son visitadas por personas de varios lugares del país; por tanto, requieren ser remozadas, también por una cuestión de identidad, pero no tenemos capital”, añade la directiva.
Estas unidades son dos caras de la misma moneda. No se entiende que ambas adolezcan de reparaciones, más allá de pintar donde hay humedad, pues esto se traduce en gasto a corto plazo e incomodidad permanente para los visitantes, máxime cuando generan ingresos considerables; debieran ser las primeras en repararse con decoro.
Multiplicar experiencias supera a las entidades, tiene que ver con administrativos competentes y comprometidos, quienes miren en el bienestar de sus clientes el suyo propio. Verlo de ese modo es la única manera de avizorar un sentido de pertenencia fuerte y latente, no uno tan parsimonioso que termine en paro cardíaco.