Expresar que ¨La Habana es la capital de todos los cubanos ¨ resulta, cuando menos, una redundancia.
Bien sé que desde hace muchos años se trabaja intensamente por el buen hablar en nuestra rica y milenaria lengua castellana y cervantina, cuyo brillo aumenta mientras menos epítetos de mal gusto o frases mal hilvanadas la empañen. En la misma dirección deben impulsarse acciones para evitar desaciertos geográficos, algunos muy de moda.
Nos cansamos de leer y escuchar que La Habana es la capital de todos los cubanos. ¿A quién se le ocurriría tal dislate? La palabra “capital” proviene del latín “capitalis”,esto es, “de la cabeza” y suele designar la ciudad donde radican las principales instituciones gubernamentales y políticas de un país, así como las sedes de los organismos de la administración central que representan a toda la población.
En otras palabras, “capital” significa la máxima representatividad geográfica de los habitantes de una nación. Expresar que “La Habana es la capital de todos los cubanos” resulta, cuanto menos, una redundancia. Por eso, jamás escuchamos que Madrid es la capital de todos los españoles, o París la de todos los franceses, pues se trataría de afirmaciones obvias. Igual muchos identifican erróneamente las montañas de Guamuhaya y el subgrupo de montañas de Trinidad, en el centro de la isla mayor del archipiélago, con la sierra del Escambray, que pertenece a las alturas de Santa Clara y fue uno de los teatros más célebres de la lucha contra bandidos tras el triunfo de la Revolución. Tampoco faltan ejemplos en el plano extranjero de imprecisiones geográficas más o menos similares, como nombrar a Inglaterra en referencia al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Inglaterra es una de las tres regiones históricas de la vasta isla de Gran Bretaña (las otras son Gales y Escocia), que se complementan con el territorio de Irlanda del Norte o Úlster, ubicado en el noreste de la isla de Irlanda. Los atletas británicos que concurren a competencias internacionales como los Juegos Olímpicos, usan normalmente en sus camisetas el nombre de Great Britain (Gran Bretaña, lo cual obvia a Irlanda del Norte). Pero jamás emplean la denominación de England ( Inglaterra), pues entonces galeses y escoceses protestarían de manera enérgica.
Para definir a ese país lo más correcto —si no se quiere emplear su largo nombre— es usar el más corto: Reino Unido. Otro patrón de dudas muy recurrente es el caso del Reino de los Países Bajos. La pluralidad del término “países” en el mundo latinoamericano y caribeño da idea de más de un país, nación o Estado. Por vecindad y hasta similitud de relieve, muchos incluyen en la citada mención a Bélgica y Holanda.
Pero conviene aclarar que en Europa el término “país” puede y suele designar, además, a determinada región o provincia de un territorio soberano e independiente (como ocurre en España con el País Vasco o en el Reino Unido con los países de Gales o Escocia). Sucede con los Países Bajos (Nederland en holandés), una nación más conocida en español como Holanda, en referencia a sus dos principales provincias. Siempre que en el mapa político mundial tratemos de identificar a Países Bajos, estaremos referenciando a una sola nación y un solo Estado, mayoritariamente conocido como Holanda, con su capital administrativa en Ámsterdam, la poética y canalizada “Venecia holandesa”.
Esa es una de las llamadas ciudades venecianas, al estilo de la sueca Estocolmo (Venecia del Norte), la estadounidense y floridana Fort Lauderdale (Venecia Americana) o la tailandesa Bangkok (Venecia asiática), desde 2012 la ciudad más visitada en todo el mundo por turistas extranjeros. En los medios deportivos, demasiados comentaristas adornan a Australia con el calificativo de “isla-continente”, aunque para ningún geógrafo contemporáneo el término vincula a Australia con una isla, sino con un continente (aun cuando sea el de menor tamaño entre todos), pues isla y continente, estimado lector, son términos tan excluyentes como mujer y hombre o animal y vegetal.
Y qué decir del empleo hasta en medios cultos de “Estados Unidos de Norteamérica”, cuando su nombre oficial es Estados Unidos de América, aunque nos pese que sus naturales se consideren americanos exclusivos, pues americanos somos cuantos vivimos en esta gran masa continental (incluidos los países insulares como Cuba), extendida casi de polo a polo como una hermosa barrera de tierras emergidas entre océanos. Se trata de imprecisiones casi siempre geográficas que conviene enmendar para expresarnos bien.