Desde que la alquizareña Zayli Noda García supo de sus problemas para concebir un hijo, su vida se centró en alcanzar ese sueño, con total apoyo de su esposo Karel Carmenate Pérez y la asesoría de muchos especialistas, comenzando por el doctor Ibáñez, siempre testigo del anhelo de esta pareja por tener descendencia.
Hace 10 años, un embarazo ectópico marcó el inicio de un camino difícil que luego siguió con la búsqueda de la procreación por vía normal, imposible por los trastornos hormonales de Zayli, con hiprolactinemia, y los daños en una de sus trompas.
Ni las pastillas, ni el intento por reparar la trompa, ni las inseminaciones, dieron resultado, de ahí que su caso pasara en 2014 a la Comisión Nacional de Reproducción Asistida.
Finalmente en el año 2017 los llamaron para iniciar el proceso, primero con las pruebas pertinentes en el Hospital Ginecobstétrico Ramón González Coro y después en el Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras, donde realizaron un primer procedimiento in vitro en enero de 2018, fallido, y otro en septiembre, exitoso por partida doble.
A Zayli, ahora una madre feliz de 35 años, no le alcanzan las palabras para reconocer a todos los especialistas que siguieron de cerca su embarazo, tanto en el González Coro como en el Ciro Redondo, de Artemisa, pues Ibañez , junto al ginecólogo Alberto García, estuvieron pendientes de cada etapa.
Fue difícil, lo admite. “Estuve en reposo absoluto mucho tiempo, con consultas cada 15 días, chequeos completos casi con periodicidad mensual, y ya desde las 33 semanas ingresé en el Ciro Redondo, en la Sala de cuidados prenatales.
“Inesperadamente, en la madrugada del 2 de mayo, rompí fuente, y entonces las enfermeras y médicos de allí redoblaron sus atenciones para conmigo como si fuese un familiar suyo. A la 1:00 p.m. inició la cesárea y 12 minutos después vino al mundo José Ignacio y poco después Mercedes de la Caridad”.
Con pesos de 2300 y 2250, los pequeños estuvieron 24 horas en el cunero y luego una dos semanas en el hospital, junto a su madre, y recibiendo todos los cuidados necesarios.
Ahora, ya en casa, ganan peso normalmente, pero sobre todo respiran amor de todo el equipo familiar armado para apoyar a Zayli en este doble empeño que supone satisfacer las exigencias de dos bebés que mañana, seguramente, sabrán de todo el esfuerzo de sus padres y de múltiples especialistas que pusieron sus conocimientos en función de que ellos nacieran.