Daniela y tres amigos esperaban por un transporte para ir a la playa. Lo hacían en un lugar céntrico: el Bulevar artemiseño. Salieron de casa sin desayunar con la esperanza de hacerlo ahí. ¡Sorpresa! Nada abría tan temprano con ofertas para desayuno. Finalmente, comieron unos churros rellenos que un trabajador no estatal ofrecía.
Como Daniela, jóvenes y trabajadores transitan estas tres calles de camino a escuelas o trabajos, quizás con el mismo deseo frustrado.
¿Las tiendas recaudadoras de divisas no dilapidan ingresos incumpliendo deseos como el de Daniela? ¿Cuántas oportunidades se pierden o desaprovechan en estas tres cuadras que pretenden ser tan citadinas? el artemiseño investiga y sueña con un Bulevar de 24 horas.
Privilegio vs. Contrariedades
Privilegio, a la par de compromiso y oportunidad, es tener un espacio en esa pequeña arteria devenida Bulevar que acoge cada día a miles de personas de ida y vuelta, quienes también se detienen si encuentran opciones atractivas.
Al amanecer, la gente con su bullicio da vida a un camino irónicamente apagado, sin servicios estatales abiertos. De una punta a la otra, las tiendas de Cimex y las de Comercio abren, con suerte, a las 9:00 a.m.

Mientras, los transeúntes carecen de un establecimiento siquiera para tomar el café mañanero, ese tan necesario al cubano para levantar el día, pese a que el Café Amanecer luce horario de 24 horas.
Muchos han buscado reacomodar sus cierres, en función de la vida nocturna ineludible a este hermoso sitio, aunque en detrimento de permanecer abiertos en otros momentos, igual de esenciales.
La población flotante de Artemisa crece y, potencialmente, es mañanera. ¿Qué encuentra al llegar? Un Bulevar muerto.
Más de cuatro millones de pesos costó el paseo: inversión vital para la gestión de la identidad, con edificaciones de valor patrimonial; constituye nuestro casco histórico y como tal debe ser visto y aprovechado comercialmente.

Entonces son imprescindibles la reparación, iluminación y el confort de los comercios coincidentes en este lugar. Ejemplos claros suceden en el restaurante Ruanda, un sitio donde la oscuridad apenas deja comer, pasando por Los Espejos con buena comida, sin embargo en similares condiciones y, para concluir, la Asociación Culinaria, que por estos días funcionaba como carnicería con venta de picadillo y paquetes de perro caliente en pleno portal.

¿Y la gastronomía?
El criterio popular rodea la idea de la no existencia de un lugar estatal para comer. A pesar de eso, aparentemente todos los restaurantes están especializados en diferentes tipos de comida.
“La zona gastronómica no son solo las tres cuadras conocidas: incluye el Yang Tsé (de comida china), la pizzería O Sole mío y la hamburguesería Bola Roja, los cuales se suman a los restaurantes de la calle principal, todos con la obligación de prestar el mejor servicio al pueblo”, expresó Carlos Pérez, administrador del Bulevar.
Son varios los espacios sin vida, entre ellos La Prueba, perteneciente al Fondo Cubano de Bienes Cuturales, la cual suspendería el examen, pues solo ha abierto sus puertas unas pocas veces a los artemiseños. No obstante, tiene una posición estupenda y una terraza que bien pudiera ser utilizada para servir café o cocteles en este agobiante verano.
Atractivas suelen ser las casas del Chocolate y el Lácteo, pero no siempre la realidad colabora con las pretensiones de hacer más. En esta última, la hora de apertura coincide muchos días con la del abastecimiento, de ahí la incomodidad generada; entretanto, la asignación de electricidad conspira contra la nocturnidad del servicio, ahora extendido varios días de la semana.
El Coppelia, un sitio preferido en el verano, ciertamente amplía sus horarios, aunque vale aclarar: un día tan importante para la familia como el domingo, abre a las 11:00 de la mañana. Hoy su mayor problema radica en el helado, sobre todo el de 65 centavos, pues no siempre llega con la congelación óptima y han debido parar la venta hasta tanto se espese.
No solo los comercios cerrados deslucen el Bulevar. La limpieza a cargo de Comunales tampoco muestra el mejor resultado. Pérez alude a la carencia de detergente, colchas y otros implementos necesarios para la limpieza, en un espacio donde también la indisciplina social enloda cuanto pueda hacerse en función de la higiene.
Aun cuando hay presencia permanente de agentes de la Policía Nacional Revolucionaria, los ciudadanos arrojan basuras y chicles, y está visible el daño a plantas, farolas y otros elementos del paseo. En realidad, la situación invita a la severidad, con multas cuantiosas para quienes atenten contra la integridad de este espacio.

¡Y ni hablar de los baños públicos! Nunca se terminaron totalmente, a lo cual se añaden salideros, poca iluminación y suciedad, cuestión que piensan solucionar entregándolos a Comunales.
Soñar el Bulevar
A veces idealizar no resulta malo, ni caro, ni imposible. Realizar los sueños, a ratos, solo requiere del esfuerzo de unos cuantos con ganas de hacer y otros que los sigan.
El Bulevar no necesita comparaciones externas con otras provincias, aunque captar las buenas prácticas es tan inevitable como parecerse a lo deseado por los artemiseños. El paseo debe ser un espacio abierto al comercio, donde habríamos de degustar buenos platos, acompañados quizás por un trío de guitarras al son de Píntate los labios, María.
Ha de ser un lugar para confluir, en el cual una música no apague la otra, un sitio de la cultura cubana con terrazas, mesas y exquisito servicio, pues justo allí se forman los dependientes que mañana tomarán nuestros pedidos, un área para la familia, donde la gente disfrute experiencias gastronómicas inolvidables y los dependientes siempre tengan buena cara.
Esta alameda constituye, por excelencia, el lugar idóneo para adquirir un suvenir, postal o insignia distintiva de Artemisa. ¿Tampoco de eso puede haber allí?
Actualmente, la Administración Municipal, de conjunto con autoridades del Comité Provincial del Partido, han tomado de la mano la arteria y buscan la forma de darle vida.
No es una misión imposible engranar el correcto funcionamiento de tres cuadras. Sin embargo, requiere de muchas voluntades, de romper esquemas y comprender que estar situados en este espacio favorecido implica funcionar de una manera diferente.
De ahí la convocatoria a ser cada vez más creativos y realizar ofertas atractivas, generar más ingresos y a la vez más satisfacción; esa debe ser la principal preocupación de los administradores de los comercios y servicios convergentes allí.
Si en el artículo anterior el artemiseño pedía urgencia, ahora insta al compromiso, la conciencia estatal y ciudadana, el buen gusto y la cultura del detalle por la que tanto aboga el Presidente de los Consejos de Estados y de Ministros.