Julián González nunca olvidará a su padre trabajando en el campo, un ejemplo que tras 73 años sigue impulsándolo a cosechar la tierra, esa que nunca te decepciona.
Su finca “San Francisco”, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios Antero Regalado, en el consejo popular El Gabriel, tiene una caballería, y sus esfuerzos son recompensados con cada zanahoria, yuca, plátano, boniato o malanga que recoge.
Ante la cercanía del aniversario 60 de la Ley de Reforma Agraria, recuerda con alegría el día que a su padre le entregaron la finca. “Yo era un niño. Lo ayudaba en todo lo que podía, pero no hay mayor alegría sino saber que ese pedazo de tierra es tuyo, que lo ganaste con tu esfuerzo. Agradezco a Fidel por recompensar a quienes lo merecían”.
A pesar del apoyo constante de su familia, este jovial señor encuentra en la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños la compañía constante y necesaria. Se siente atendido. “A cada problema le buscan solución. Con ellos se trabaja en los momentos malos y se celebran los buenos”.
Desfilar el Primero de mayo es “otra manera de agradecer y representar nuestros logros, la oportunidad perfecta para que todos los sectores se unan y demuestren la fuerza de los trabajadores cubanos”.
No obstante los años y las tristezas que trae la vida, está contento porque ve en su yerno la continuidad del trabajo. “No se ha dedicado siempre ha esto, pero sabe escuchar y seguir consejos, el problema más grande al que se enfrentan quienes inician este camino, sobre todo en un municipio tan agrícola como Güira de Melena.
“Los jóvenes a veces no entienden el campo; lo ven como una tarea agotadora. No saben la felicidad que se siente cuando se da la cosecha, cuando ves como crecen cada día con tu esfuerzo constante. Les falta eso por aprender. Cuando lo sepan, entenderán qué significa enamorarse del campo.
“Los más viejos tenemos confianza en ellos. Sabemos que están preparados con las nuevas técnicas para afrontar el reto, solo les queda utilizar bien nuestra experiencia para lograr grandes resultados y brindarle al pueblo el alimento que necesita.”
Su mejor consejo es no dejar de trabajar, buscar alternativas cuando sea necesario, confiar en la ANAP —“que siempre está ahí”— y contar con las nuevas generaciones como el relevo oportuno. Por eso Julián desfiló, y luego regresó a la finca, a seguir trabajando, pues la tierra no descansa y él debe “seguirle el ritmo”.