Quien no tiene hermanos, por alguna extraña razón termina teniendo un montón de sobrinos. Los hijos de tus amigas, los de las esposas de tus amigos o las de los amigos de tu pareja y, cuando sumas, son unas cuantas las veces que te ves comprando algo para recibir al próximo sobrino “postizo”.
Ellas se pasan meses cargando un regalo en su vientre. Imaginar cómo tendrá la carita, piernitas y deditos les suma horas; aunque ya están de moda los ultrasonidos en tercera dimensión —en los cuales se pueden ver los rasgos del bebé—, hasta no cargarlos esa curiosidad es incesante.
Horas de trabajo de parto o la molestia de una cesárea se reflejan en las caras de las nuevas madres; mas, la alegría de concebir les oculta dolores y malestares.
En lo que va de año, ya hemos recibido dos nuevos sobrinitos, y nadie puede quejarse de la atención y profesionalidad de los médicos; sin embargo, parece mentira que justo donde estarán —por al menos cinco días— mujeres que acaban de dar a luz, la situación higiénica de los baños sea tan desagradable.
¿Cómo conformarse con grifos que no cierran, ataduras con jabas de nylon, duchas que no existen, azulejos que ya no son blancos y lozas que han perdido su color y ahora son negras o verdes? Esta es la realidad de los cuartos de baño de la Sala de Puerperio en el Hospital Docente Universitario Ciro Redondo, de la capital provincial.
Si el capital humano es de excelentes condiciones, ¿por qué no exigir que la limpieza sea realidad y no quimera, para una institución sometida a años de reparación?
Constituye una necesidad ser pacientes agradecidos, también administrativos exigentes, tener personal velando por que la herida de una cesárea no corra riesgo alguno de infección, o que una recién parida tenga un penoso accidente por una película de moho en una ducha.
¿Cuánto va al hospital por la cuenta de gastos corrientes y cuánto de eso se utiliza para mantener la limpieza?
No cuesta mucho un poco de cloro, lejía o desincrustante. Los “no hay” o “no ha entrado” no pueden convertirse en la excusa perfecta para no tratar el churre con un poco de agua y escoba.
Pensemos cuánto cuesta formar un médico y todo cuanto el Estado pone a disposición de los pacientes, como para que la experiencia en el hospital marche cargando un “pero” innecesario, relacionado con algo tan básico como la limpieza, sobre todo en ese sitio.
El próximo sobrino postizo llegará en mayo. Esperemos que, para entonces, pueda escribir otro comentario: uno sobre estas pequeñas… pero grandes impresiones que marcan para bien o laceran la estancia.