Cazadora de las primeras miradas de quienes entran al taller del Chery está la bandera cubana. Sergio Mezo Guía, el Chery, como todos cariñosamente le conocen, es un alquizareño de 52 años de edad, con más de 25 dedicados a ejercer el cuentapropismo.
No rebasaba los 30 años cuando empezó a trabajar así y quizás ese aspecto desenfadado que caracteriza a los jóvenes fue lo que lo favoreció en su trato cotidiano con los clientes.
En aquel entonces no tenía experiencia en el trabajo pero hoy es una de las personas de la provincia con más años en el cuentapropismo y pone en práctica todo el saber acumulado, de eso dan fe sus cientos de clientes. Se siente a gusto con lo que hace, sobre todo porque ve el fruto cotidiano de su esfuerzo personal.
Prácticamente conoce de todo, y empíricamente. Sabe de mecánica, electrónica, albañilería, carros, motos, ollas.
Chery innova, crea, hace, vuelve a dar vida a lo roto, encuentra solución al más complejo problema, como el hombre maravilla. Aunque su patente hoy es de cerrajero, él ha arreglado en 25 años prácticamente de todo.
“El empleo en el sector no estatal es una oportunidad que nos ofrece autonomía, independencia y posibilidad de mejorar la situación económica familiar y personal; era joven pero ya tenía a mi hija, había que mantener la casa. En un primer momento, cuando empecé como cuentapropista mi carné decía desocupado, así era antes, y era muy raro ver a un joven envuelto en tareas por cuenta propia, pero eso siempre fue lo mío. Ahora han actualizado todo el tema, soy cuentapropista pero nunca he estado despegado de las leyes”, explica con sinceridad.
“Hay que aprender nuestros deberes y usar las normas ya legisladas y que algunos no aplican por desconocimiento, pues se producen desviaciones, como la subdeclaración de la fuerza de trabajo y de los ingresos o violaciones de las obligaciones con la ONAT, cosas que no pueden suceder bajo ningún concepto”.
“Ser cuentapropista es un trabajo como cualquier otro. Tenemos derechos y deberes igual que todos. Gano más, pero solo porque trabajo más. La ventaja radica en mi horario libre; si me siento mal y no quiero, no trabajo, seguro, claro, de las consecuencias”.
“La mayoría pide un mercado mayorista para comprar las materias primas, pues su inexistencia es la mayor limitación para desarrollar estos trabajos; a veces hay cuentapropistas que se convierten simplemente en revendedores de artículos del Estado, no como creadores en sí”, subrayó.
“Muchas personas tildan a los cuentapropistas de desvinculados, nos ven con mala cara porque a su entender no estamos de acuerdo con el sistema cubano solo porque no trabajamos en el sector estatal, lo cual no es cierto. “Yo aporto a la sociedad y no tengo nada en contra de la Revolución y mucho menos en contra de mi Patria, es algo que a veces tengo que explicar a quienes vienen a mi taller, por eso en primera instancia está mi bandera, la más grande que pude conseguir, para que ella también hable por sí sola. Lo que nos queda es seguir adelante como mejores ciudadanos, mejores vecinos, mejores seres humanos, mejores cubanos; ese es el reto que tenemos”.